JOSE ÁNGEL GONZÁLEZ. PERIODISTA
OPINIÓN

Mi pobre sombra, por debajo del umbral de la pobreza

José Ángel González, escritor y periodista.
José Ángel González, escritor y periodista.
JORGE PARÍS
José Ángel González, escritor y periodista.

De acuerdo con la Encuesta de Condiciones de Vida que acaba de publicar Estadística, en España tenemos la tasa de riesgo de pobreza más alta desde 2008. Uno de cada cinco nacionales ingresó menos de 8.209 euros netos en el ejercicio anual de 2016. Como diría Sancho, empecemos por el empiece: estoy dentro del grupo en riesgo de pobreza, el 22,1% de personas que componen esa alineación de perdedores. Te escribo, pobre sombra mía, para anotar uno o dos matices que no siempre me atrevo a confesar. Primero, sobrevivo gracias a la ayuda de mi pareja, porque pese a trabajar más de 40 horas a la semana, no alcanzo el estándar mínimo de los 8.209 donde han situado la frontera de lo outsider. ¿Me inquieta estar en riesgo de exclusión?, me preguntas. No, en absoluto. Me siento excluido con orgullo de descamisado desde que rechacé trabajar para cebarme, para, como tantos, aumentar la hondura de la brecha -vi a muchos de los líderes de opinión de hoy especular antes del crack con licencias de habitabilidad compradas con mordidas a jefes de negociado-. Tengo dudas a la hora de señalar a los responsables de que el país esté así de exiguo.

Como acaba de señalar el Consejo Económico y Social en un informe que parece un thriller, antes de la crisis España era tan vulnerable a la pobreza como ahora, pero desde el poder nada se hizo excepto criminalizar al parado o al infecundo laboral como presunto culpable de holgazanería. Cargo con mi fardo, lo confieso -durante los amnésicos años ochenta y noventa dileté como el que más-, pero advierto a abundantes consentidores como yo en las barricadas de ahora, reclamando con tono de homilía el triunfo de los mejores y la virtud del emprendedor, caciques políticos y cargos públicos, consiglieres y empresarios, legisladores a sueldo y juristas con mando a distancia, banqueros con sobaquera y funcionarios displicentes, maestros quemados y profesores calienta sillones, paqueteros mediáticos y gente de brazos caídos rugiendo en las redes sociales o como tertulianos... ¿Qué parte les toca del abismo? ¿En qué momento debemos sustituir la tercera persona del singular por la primera? ¿Somos pobres por culpa de alguien ajeno o nos dejamos empobrecer porque se estaba muy bien en aquellos mullidos cielos de morfina a los que redujimos la utopía? ¿Es mejorar la sociedad, como planteaba el viejo Zygmunt Bauman en uno de sus libros póstumos, una banalidad?

Tranquila, sombra, prefiero estar debajo del umbral que mirando por encima del hombro.

Jose Ángel González

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