La manifestación celebrada este pasado sábado en València por una mejora de la financiación autonómica tuvo una imagen clave: la de los líderes de la patronal, nada sospechosos de radicales ni de nacionalistas, encabezando la marcha junto a los sindicatos y entidades sociales. El amplio consenso político (solo faltó el PP) y de la sociedad civil reflejado en la protesta pretende servir como un elemento más de presión para que el Gobierno acometa de una vez por todas una reforma del sistema de que acabe con el maltrato financiero hacia la Comunitat Valenciana.
De momento, todo son promesas y buenas palabras de Rajoy y Montoro, pero la crisis catalana ha eclipsado cualquier debate territorial y nada se ha movido. Habrá que ver si la convulsión de los últimos meses sirve de excusa para que nada cambie, o precisamente como revulsivo para romper el statu quo.
La iniciativa ha tenido éxito en el objetivo de cohesionar en el tablero político valenciano la estrategia que apoya el Consell para pedir más recursos e inversiones del Estado. La falta de fondos para colegios, hospitales o dependencia, cifrada en 1.300 millones de euros al año, ya tiene una doble vertiente y ha salido de los despachos a la calle. Es un paso más en esa lluvia fina para que cale el "problema valenciano" y para mostrar a Madrid que el clamor es transversal y no va a parar. La reveladora fotografía de los empresarios tras la pancarta va en esa línea.
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