LORETO CORREDOIRA. PROFESORA DE DERECHO DE LA INFORMACIÓN EN LA UNIVERSIDAD COMPLUTENSE
OPINIÓN

La importancia de no retuitear sin más en los atentados de Barcelona

Loreto Corredoira.
Loreto Corredoira.
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Loreto Corredoira.

Recibí la primera información sobre el atentado de Barcelona por un sms de una amiga americana que lo acababa de escuchar en la radio. Había visto en Twitter que uno de los TT (trendic topic) o temas más comentados era #Ramblas y no me alertó demasiado.

Entraba en una reunión y asistía a una clase, con un colega dedicado al Derecho de Internet (Eric Goldman) en la Univ. Santa Clara, cerca de Google, en el Silicon Valley e intrigada por el mensaje de texto volví a conectarme. Sí, ya empezaban a aparecer también desde Estados Unidos, #BarcelonaAttack, alertas de BBC, NYTimes y otros medios digitales españoles.

Como sólo disponía del móvil en el aula, mientras Eric hablaba de la “responsabilidad” de los ISPs -mejor aún de los proveedores e intermediarios de contenidos algo bien interesante precisamente en este asunto-, yo navegaba por Twitter, con la sorpresa de las fotos y vídeos de gatos que desconcertaron inicialmente y me molestaron después. Me explico.

Hechos frente a bulos

Incorporarse a un medio como Twitter es como asomarse a un tablón de anuncios cuando ya han pasado varias horas desde que se protestaba por algo. Notas, quejas, insultos, fotos, alguna publicidad por si cuela… en fin, una catarata de información que fluye y oscurece ese primer atisbo de noticia que son los hechos que informan de una realidad. En sitios o medios sociales la ponderación es difícil y más ante un atentado tan execrable y cruel como este, donde es fácil perder la calma. Quizá a los tuiteros aficionados o no profesionales de la comunicación no se les puede pedir, pero como ciudadanos especialmente cualificados, los periodistas necesitamos hechos, datos, información: factsAlgo por cierto muy reivindicado aquí en la prensa y en la academia frente a las fake news, bulos, mentiras, todas ellas desinformaciones y que es la esencia del derecho a la información.

Empecé a recibir la información en tiempo real a las 10 de la mañana en costa Oeste, las 19 horas de España) y todavía no estaban claros los primeros datos. Decidí hacerlo por Twitter por curiosidad científica también para analizarlo. Y sí hay mucho que decir.

Es distinto un tuit que diga… y cito uno de un usuario anónimo “qué impotencia ante la barbarie, sin palabras, #ramblasbarcelona”, que otro con “1 persona muerta y 32 heridas”.  Un muerto, hasta 37 dijo algún tuit. Algunos retuiteos de medios serios daban incluso por cierto que había rehenes,  y ofrecían videos virales del restaurante árabe de las Ramblas, como si hubiese ya conexión.  Fui a las cuentas de @policia @mossos y @guardiacivil –extraordinaria su cobertura informativa ante tal crisis- donde vi llamadas a la prudencia. Muchos turistas, vecinos curiosos estaban ya publicando imágenes reales de víctimas, eso sin el filtro que da la ética profesional y la ponderación. Los ciudadanos no son periodistas, aunque publiquen y sean fuente informativa a veces de gran valor. La selección y la contrastación de fuentes son clave.

Respecto a las imágenes, ciertamente se necesitan para dar fe de un hecho, para ilustrarlo, pero los derechos de las víctimas, de sus familias, y el respeto a la persona en el momento de su muerte deben hacernos dudar de su publicación. Hay fotos y fotos. Me uní al tuit en que la Guardia Civil hacía pedagogía en la red para evitar que las fotos/videos de usuarios se viralizasen en las redes. Es decir que por fuerza del darle click, al botón de retuitear, se difunda y extienda algo que no querríamos decir, difundir. Es fácil con eso caer en el efecto multiplicador del bulo e incluso de la falsedad.

Comunicamos a través de los botones de Twitter

Una hora más tarde, seguía sin saber qué había pasado. Tampoco estaba claro en la propia ciudad, ni entre las autoridades, como comprobé al seguirlo por la televisión norteamericana por la noche en casa, lo que abunda en la idea de que el terrorismo es eso, precisamente sembrar incertidumbre, dolor y muerte.

El usuario medio de redes, amén de que no da su nombre en el perfil, es en general poco reflexivo; y en micro blogs como Twitter la facilidad de uso incluso desdibuja quién dice qué y qué pasa después con esa información. Lo cierto es que ahí queda y a menos que el servidor y los administradores de Twitter bloqueen o eliminen contenido, cosa que muy excepcionalmente hacen al menos en España, está disponible. Publica, que algo queda, así es. Por eso la viralización de los contenidos es muy pasional a veces. De hecho es más fácil hacer un  “Me gusta” o un simple retuit, que un retuit comentado (RTM) que personalmente prefiero y tiendo a usar.  Eso sin mencionar que se les encargue a algunos “robots” o programas que multiplican los mensajes.

Envío esta columna y compruebo que hay imágenes y vídeos con el hastag #Barcelona, que no creo que Twitter deba censurar o eliminar. Por ejemplo, este de un usuario de Fildelfia, tuiteado con copia a medios dirigidos a comunidad latina, con imágenes de fallecidos; no está confirmada la fuente, que es una “tía suya de Barcelona”. Aunque el vídeo es revelador del desastre, si no hubiera nada más de información, yo quizá se lo hubiera pasado a un medio, asegurando la autenticidad de quién y a qué hora grabó.

La misma foto del niño australiano ya identificado, publicado sí en algunos medios, en otros difuminando sus ojos, es muestra de que hay distintas sensibilidades, o que se afina más al tratar información delicada. Como he oído decir a maestros como Desantes o Soria, en esos casos hay que pensar que es tu hijo. En ese caso, ¿qué harías?

Es domingo y anochece en la Costa Oeste. Se siente la pena y el dolor del funeral celebrado en la Sagrada Familia. DEP.

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