Estimada señora Cifuentes:

Déjeme que le cuente una película. Empieza en un futuro cercano. Dos señoras rubias, aunque hace años que hayan dejado de hacérselo, coinciden en una sala de espera, seguramente de la privada (el guion no aclara si en esa línea temporal todavía quedan vestigios del sector público). Pese a su palpable antipatía, tras un rato solas, acaban por romper el silencio incómodo y hablar de los viejos tiempos, de cuando lo tuvieron todo. Una, la mayor, pronuncia mirando al vacío una frase que, de tanto repetirla, ha acabado por creerse: "Yo destapé la Gürtel". Su compañera, como quien sigue sin entender qué falló, musita mirando al suelo: "Y yo la operación Lezo".

Flashback rápido y regresamos al presente. Cristina Cifuentes se multiplica por las televisiones negándolo todo y declarándose víctima de una conspiración. Su papel como Khaleesi anticorrupción, como lo único limpio en un PP madrileño lleno de Lannisters que pagan en negro sus deudas, ha empezado a desmoronarse. Ya son dos los informes de la Guardia Civil que la implican en la adjudicación ilegal de contratos en la Asamblea de Madrid a Arturo Fernández, imputado por financiar la caja B de los populares con sus donaciones a la fundación Fundescam, de la que Cifuentes era patrona al mismo tiempo que decidía que la empresa del expresidente de la Cámara de Comercio madrileña gestionaría el comedor y la cafetería del parlamento autonómico obviando los méritos de su competidora (podéis leerlo otra vez; yo he tenido que hacerlo). Estas conclusiones de la UCO, al menos las primeras, eran para ella "simples juicios de valor". Las segundas, ya tal.

Cifuentes se revuelve y contraataca. Tira de manual. Si la reprobación (¡inédita!) de un ministro y dos fiscales por el Congreso era para su partido consecuencia de las primarias del PSOE, ¿por qué lo suyo no va a ser "una cuestión política"? "Están ocurriendo muchas cosas, muchas de ellas muy desagradables". Rajoy no lo hubiese dicho mejor, pero ¿qué insinúa la presidenta? ¿Se refiere a la anunciada moción de censura? ¿O habla, quizás, de fuego amigo…?

Volvemos a la sala de espera. Tras otro largo silencio, la Cifu del futuro se decide al fin a preguntarle a Espe: "¿Fuiste tú?". La antigua lideresa parece recuperar parte de su viejo aplomo cheli, mira de reojo a la cámara y esboza esa sonrisa pícara que el público estaba esperando… La pantalla funde a negro y sube la música.

¿Continuará?

Luis Pardo