ÓSCAR ESQUIVIAS. ESCRITOR
OPINIÓN

Homenaje a Luis Javier Moreno en Olmillos

Óscar Esquivias.
Óscar Esquivias.
JORGE PARÍS
Óscar Esquivias.

Olmillos de Sasamón es un pueblo situado junto a la autovía del Camino de Santiago, en la comarca burgalesa del Odra-Pisuerga. Además de un caserío muy bonito, construido con la piedra caliza de los cercanos páramos, tiene monumentos importantes: un castillo del siglo XV de preciosa estampa y una iglesia gótica del XVI con bóvedas estrelladas. El paisaje que rodea al pueblo es unamuniano: líneas rectas, anchos horizontes y pobladas choperas que, en estos días de cosecha, ponen la única nota verde al paisaje (siempre recuerdo las palabras de Ramón Gómez de la Serna cuando decía que, si no fuera por los chopos, Castilla se moriría de pena). El pueblo, por desgracia, no conserva los olmos que le dan nombre, antaño muy abundantes (yo los recuerdo al borde de los caminos, pero desaparecieron hace años, víctimas de la plaga de grafiosis que casi los exterminó de toda España). Olmillos era uno de los "paisajes de mis afectos" (así decía) del poeta Luis Javier Moreno, que falleció hace unos meses y a quien se le dedica este año el festival de poesía.

Deben saber que en Olmillos tienen una universidad de verano en miniatura y que, entre otros actos, celebran desde hace seis años una velada poética por la que han pasado poetas como Julia Otxoa, Eduardo Fraile o José Gutiérrez Román, entre otros. Luis Javier Moreno conoció el pueblo cuando participó en uno de estos recitales y quedó prendado del lugar. La verdad es que Moreno llevaba muchos paisajes en el alma: el primero de todos, el de su Segovia natal, a la que dedicó muchísimos versos; también amaba intensamente el mar de Cádiz, los bosques, cañones y barrancos de Estados Unidos (donde residió) y las ordenadas ciudades del Norte y el Centro de Europa... Era un gran viajero, pero, muy a menudo, prefería los paisajes pintados (o fotografiados) a los visitados. Así, la naturaleza de Norteamérica le gustaba mucho, pero lo que de verdad le entusiasmaban eran las fotografías de Ansel Adams del parque Yosemite o del monte Jackson. Una de las pasiones de Luis Javier Moreno era el arte y muchos de sus poemas tratan sobre obras pictóricas. En eso que los académicos llaman "écfrasis" (textos inspirados en obras plásticas), Luis Javier Moreno seguramente no tiene rival en las letras españolas por la abundancia y calidad de su obra, que ganó numerosos premios (el Gil de Biedma, el Antonio Machado) y se publicó en las editoriales más importantes, como Visor o Hiperión.

Moreno también traducía del latín y el inglés. A él le debemos versiones de algunos de los poetas norteamericanos fundamentales del siglo XX, especialmente de Robert Lowell y de Theodore Roethke. La muerte le impidió concluir uno de sus proyectos: la traducción de las odas completas del poeta latino Horacio, de las que ya había publicado una selección en Plaza & Janés en el año 2000, por encargo de Ana María Moix. Una de las razones por las que le gustaba tanto Olmillos se debía a esta querencia por Horacio. Muy cerca del pueblo, en Sasamón, el emperador Augusto instaló su campamento cuando vino a Hispania a luchar contra los cántabros. Entre los militares romanos, había grandes amigos de Horacio (como Pomponio Númida) cuyo regreso a Roma celebró y cantó el poeta. Luis Javier Moreno participaba del espíritu festivo de Horacio y no había nada que le diera mayor felicidad que estar rodeado de amigos para levantar las copas y proclamar: "Nunc est bibendum", ¡es la hora de beber!

Seguro que en Olmillos no faltarán los brindis para evocar el luminoso recuerdo de Luis Javier Moreno. En la velada se oirán sus versos y también otros ajenos. Acudirán la poeta Laura Parellada, la traductora de haikus Elena Gallego y la escritora Esperanza Ortega (gran amiga del poeta). Este homenaje se celebrará el sábado 6 de agosto, a las 19:30 h. Están todos ustedes invitados.

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