La opción de boicotear la compra de cava catalán estas Navidades como forma de protesta contra el proceso indepedentista es completamente absurda.
Primero porque cualquier español que defienda la unidad de su país no debería tratar de perjudicar a una parte de ella, (en este caso Cataluña, donde además al menos la mitad de su población no desea la secesión).
Segundo porque los grandes grupos de cava catalán o se han manifestado en contra de la independencia (como Freixenet, cuyo presidente, José Luis Bonet, ha criticado el 'procès') o incluso han trasladado su sede social fuera de Cataluña, como Codorníu Raventós, que se encuentra ahora en Haro (La Rioja).
Tercero porque, aunque el boicot pueda afectar a estos grupos, y aunque sus dirigentes fueran abiertamente separatistas, la mayoría de las ventas de cava catalán se realizan a países extranjeros.
Y cuarto porque aunque el vino espumoso valenciano, riojano o extremeño están muy ricos, es compartida la opinión entre los enólogos y sumillers de que los mejores cavas del mundo son los catalanes.
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