La moción de censura consiguió, en parte, lo que Pablo Iglesias pretendía: reivindicarse como la oposición a Rajoy.
La victoria de Pedro Sánchez en las primarias frente a Susana Díaz le ha devuelto el protagonismo como oposición al PP, mientras Iglesias ha estado diluido unas semanas.
El líder de Podemos presentó la moción de censura sabiendo que no iba a prosperar. Sus objetivos eran otros: hurgar en la división socialista, forzarles a abstenerse de nuevo y recobrar protagonismo.
El PSOE, por boca de su portavoz José Luis Ábalos (tiene mucho más empaque que Antonio Hernando), recordó a Podemos que si no hubiera votado contra la investidura de Sánchez no sería Rajoy presidente. No obstante, Iglesias y Ábalos mostraron un tono respetuoso que augura un clima de mayor entendimiento entre Podemos y el PSOE. Muy distinto a los navajazos que se repartieron entre Iglesias, Rafa Hernando, muy faltón, y Albert Rivera. ¿Y Rajoy? Sale indemne y sigue a lo suyo: habla de unidad de España y economía y mira para otro lado con la corrupción.
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