La promesa de invertir 4.200 millones en infraestructuras ferroviarias en Cataluña, hasta 2020, es un intento evidente de Rajoy de frenar el órdago separatista de Junts pel Sí (la ex CDC y ERC) y la CUP.
El jefe del Gobierno trata de aplacar, quizá tarde, el Espanya ens roba que ha calado en parte de la sociedad catalana. Pero su movimiento táctico entraña riesgos. El primero, que la maquinaria institucional de la Generalitat logre desacreditarlo: bien recordando promesas incumplidas del Estado, bien presentándolas como migajas en comparación con lo que supondría una Catalunya lliure. Otro peligro es que otras CCAA, como Valencia, Castilla-La Mancha o Extremadura, se indignen al sentirse marginadas. Rajoy promete café para todos. ¿Pero hay dinero para tanto tren? Montoro sabe que no.
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