PEPA BUENO. PERIODISTA
OPINIÓN

La espada de Damocles sobre el PP

Pepa Bueno.
Pepa Bueno.
JORGE PARÍS
Pepa Bueno.

Va todo tan deprisa que el último verano, el verano del 2016, se nos antoja el pasado remoto. Pero un simple ejercicio de búsqueda de las noticias de hace solo 8 meses nos devuelve titulares que anticipaban un verdadero calvario judicial para el PP en general y para Mariano Rajoy en particular. Entonces, en medio de la incertidumbre sobre si sería o no investido finalmente presidente del Gobierno tras dos elecciones generales seguidas, se argumentaba como una dificultad para conseguir los apoyos parlamentarios necesarios el diabólico calendario en los tribunales que aguardaba a los populares. La primera parte del caso Gürtel empezaba a juzgarse en octubre, le seguirían la vista por la destrucción de pruebas –a martillazos con los  ordenadores del tesorero, ¿se acuerdan?–, el caso Púnica, el caso Taula.

Al final lo invistieron presidente del Gobierno y luego vinieron la autodemolición del PSOE, la división en Podemos, la insignificancia de Ciudadanos, las palmaditas en la espalda de Merkel, el crecimiento de la economía, el reordenamiento de la Fiscalía, la saturación informativa de la corrupción… y el PP y el Gobierno se instalaron cómodamente en el argumentario de que los casos que se investigan aquí y allá eran cosa del pasado.

Pues no, no eran cosa del pasado y el desarrollo del juicio de la Gürtel ha acabado con Rajoy obligado a dar como testigo las explicaciones que se ha negado a ofrecer como responsable máximo de su partido desde que en el año 2009 estalló el caso.

Que la legislatura empezaba con esta espada de Damocles sobre la cabeza del presidente del Gobierno estaba claro desde el verano pasado. Y todavía quedan por venir los papeles de Bárcenas, los sobresueldos, las obras pagadas en negro de la sede central del PP… y la larga lista conocida por todos.

Y por si faltaba algo, les estalla entre las manos la detención del expresidente de la Comunidad de Madrid Ignacio González y la presunta utilización de una empresa pública como el Canal de Isabel II para hacer negocios de los que han desaparecido millones de euros. La presión se eleva sobre un partido que ha querido utilizar las urnas para absolverse de todo pecado. La rapidez con la que el PP suspendió de militancia ayer al expresidente madrileño demuestra nervios, demuestra que González es de Aguirre -enemiga íntima de Rajoy- y que no están dispuestos a abrasarse un segundo ni por él ni por ella. Pero demuestra también que los populares no han entendido, no quieren o no pueden entender que el olor a podrido es tan fétido, está tan extendido y resulta tan insoportable que les va a perseguir mucho tiempo. Todo el tiempo necesario hasta que ofrezcan públicamente un relato creíble sobre su financiación. Caiga quien caiga.

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