PEPA BUENO. PERIODISTA
OPINIÓN

¿Qué diría Labordeta?

Pepa Bueno.
Pepa Bueno.
JORGE PARÍS
Pepa Bueno.

Trato de pensar estos días qué diría José Antonio Labordeta de lo que está pasando en España. Se cumplen siete años de su muerte y para quienes tuvimos la suerte de conocerlo y tratarlo de cerca, su desaparición deja uno de esos boquetes en la vida difíciles de llenar. Un punto de vista con perspectiva de luces largas hacia atrás y hacia delante, una socarronería que quita dramatismo a un momento difícil, un gesto que reordena las prioridades y se impone al ruido.

La narración exprés de lo que va ocurriendo ha dejado para la historia del Congreso de los Diputados dos o tres intervenciones suyas de esas que caben en un titular sonoro y que fuera de contexto reducen al personaje a una caricatura. Aquel "A la mierda" que dijo desde la tribuna de la Cámara Baja en el  año 2003, en una legislatura muy tensa con la guerra de Irak dibujándose en el horizonte, era puro Labordeta por la naturalidad y la valentía frente a quienes querían tapar con gamberrismo parlamentario su palabra. Pero también representaba la capacidad para respirar sin filtros el mismo aire que respiraba la calle en aquellos tiempos convulsos.

Y sin embargo, él era mucho más que ese exabrupto que lo convirtió en un icono parlamentario. Un diputado trabajador, pundonoroso, que se empleaba a fondo en su trabajo del día a día, obsesionado con las PNL —proposición no de ley— y con las PL —las proposiciones de ley— que dedicaba tiempo a su estudio y a su preparación. Aquellas dos legislaturas que estuvo en la carrera de San Jerónimo las contó en un libro delicioso titulado Memorias de un beduino en el Congreso, donde las crispación se contaba desde la inteligencia de su ironía.

Un beduino porque, en cualquier caso, su tarea en el escaño no abarcaba para nada la figura del poeta, el escritor, el cantante, en definitiva el intelectual —qué palabra, ¿eh?—  comprometido y versátil que podía y quería enfrentarse al mundo en su complejidad, sin miedo ni complejos.

No son tiempos estos, y muchos menos los últimos días en España, para tratar de explicar la complejidad. No tengo ni idea de lo que diría hoy Labordeta  y no voy a arriesgarme ni un milímetro en ese territorio.

Pero qué quieren ustedes, en días como hoy me encantaría levantar la mirada del ordenador y encontrármelo delante. Él no está, pero sí sus poemas y sus canciones. Entre ellas mi favorita:

Somos

como esos viejos árboles

batidos por el viento

que azota desde el mar.

Hemos

perdido compañeros,

paisajes y esperanzas

en nuestro caminar.

Vamos

hundiendo en las palabras

las huellas de los labios

para poder besar tiempos

futuros y anhelados,

de manos contra manos

izando la igualdad.

Somos

como la humilde adoba

que cubre contra el tiempo

la sombra del hogar…

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