PEPE CERVERA. EXPERTO EN TECNOLOGÍA
OPINIÓN

Nuevos derechos para proteger la libertad final

Pepe Cervera, columnista de 20minutos.
Pepe Cervera, columnista de 20minutos.
20MINUTOS.ES
Pepe Cervera, columnista de 20minutos.

Hasta ahora el interior de nuestra cabeza ha sido la frontera final de la libertad. Podían encarcelarnos, maltratarnos, amenazarnos o castigarnos, pero lo que ocurría dentro de un cerebro humano estaba a salvo de cualquier interferencia. A salvo de ser espiado, porque la verdad oculta en el interior de una cabeza no era accesible a nadie en el exterior; a pesar de décadas de intentos y de sofisticadas máquinas (detectores de mentiras) ni siquiera era posible detectar de modo consistente y fiable cuándo alguien estaba mintiendo. Y a salvo de ser alterado, ya que el contenido de la mente puede ser atacado pero no manipulado, al menos no si que sea evidente; las afamadas técnicas de ‘lavado de cerebro’ no funcionan en todo el mundo y son aparatosas y fáciles de detectar. Sin embargo esta era de privacidad y seguridad interior puede estar llegando a su fin. Y para evitar que este final cause problemas vamos a necesitar nuevas protecciones y leyes.

Porque la ciencia avanza, y con ella la posibilidad de echar un vistazo a ese sanctasanctórum que es el interior de la mente. En un artículo recién publicado se ha conseguido reconstruir la letra que estaba mirando una persona a partir de un análisis de las señales de su cerebro mediante una máquina de resonancia magnética. Para reconstruir la imagen, una única letra, han hecho falta complejos análisis estadísticos y el uso de técnicas de inteligencia artificial, pero es posible. El fRMN actual no tiene una resolución suficiente no ya para llevar a cabo análisis más complejos como detectar una mentira; ni siquiera podría reconstruir lo que una persona lee cuando se trata de palabras o frases completas. Los militares estadounidenses, siempre atentos a este tipo de avances, ya están usando similares sistemas. Para 'educar' a una inteligencia artificial a la que quieren dotar de la capacidad de apuntar a un blanco (para algún uso inofensivo, seguramente) no han encontrado mejor señal que el análisis del cerebro de una persona cuando apunta un arma. Queda mucha ciencia y tecnología por desarrollar antes de que se convierta en un problema serio, pero es un principio.

Y por eso la reputada revista Scientific American defiende que es el momento de empezar a pensar en crear derechos y protecciones para el contenido de nuestro cerebro, antes de que la técnica se desarrolle y el problema nos estalle en las narices. No sólo deberíamos legislar el que nuestros pensamientos sean privados, y en qué condiciones (cuándo, quién, cómo) puede tener acceso a ellos, so pena de encontrarnos cualquier día un sistema publicitario basado en la lectura de nuestra mente, o un análisis de lealtad y amor a la marca antes de encontrar un trabajo. También deberíamos prevenir la posibilidad de que este tipo de sistemas no sólo escuchen, sino que puedan llegar a modificar el interior de nuestro cerebro. Es decir, implantar, modificar o eliminar ideas desde fuera.

Imagínese las posibilidades: dan terror. Sistemas publicitarios que persuaden directamente en la mente, convenciéndonos de que en realidad nuestro amor por una marca o producto ha salido de nosotros y no de fuera. Campañas políticas capaces de modificar nuestros pensamientos. Sistemas educativos que no persuaden o educan, sino que directamente manipulan e imponen. El último refugio de la libertad, de la crítica y de la individualidad violado. Queda, es cierto, mucho para que este tipo de tecnología se convierta en un problema presente. Por eso habría que empezar a pensar en ello, para legislar con cuidado, tiento y tiempo. Antes de que otra vez un avance tecnológico previsible agarre a la sociedad y sus sistemas de protección completamente por sorpresa.

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