RAFAEL MATESANZ. DIRECTOR DE LA ORGANIZACIÓN NACIONAL DE TRASPLANTES
OPINIÓN

La amenaza del tráfico de órganos

El doctor Rafael Matesanz, director de la Organización Nacional de Trasplantes.
El doctor Rafael Matesanz, director de la Organización Nacional de Trasplantes.
ONT
El doctor Rafael Matesanz, director de la Organización Nacional de Trasplantes.

Se ha producido el fallo judicial que condena a penas de cárcel a miembros de un clan serbio por el intento de compra de un riñón a un inmigrante marroquí, al que además secuestraron y agredieron al echarse atrás. Es un ejemplo típico de intento de tráfico de órganos, la verdad es que con pocas o ninguna posibilidad de llegar a consumarse. Ningún comité de ética ni ningún juez habría validado que se trataba de una donación altruista, sin compensación ni coacción (condiciones imprescindibles para hacer el trasplante) entre dos personas sin ninguna relación y que ni siquiera se entendían entre si. La eficaz actuación de la policía nacional desbarató este intento, al igual que ocurrió con otro parecido de 2014, también sobre un inmigrante sin papeles y en este caso de la mano de un alcalde libanés que necesitaba un trasplante de hígado, aún en espera de juicio.

Estos dos únicos intentos de tráfico de órganos en España tienen varios factores en común: son personas adineradas procedentes de zonas del mundo donde esta práctica es bastante habitual, mientras que el presunto “donante” de riñón o de un fragmento de hígado es alguien desprotegido, inmigrantes sin papeles y sin arraigo en el lugar donde se produce el intento. En ambos casos las instituciones policiales y la sanidad pública, en íntima colaboración, funcionaron y evitaron que se consumara este delito que por desgracia y como contraste se ha convertido en algo habitual en muchos países desestructurados o en los que al menos los controles no son ni remotamente parecidos a los que tenemos en España.

Las razones son muy claras. Según datos del Observatorio Global de Donación y Trasplente, que gestiona la ONT para todo el mundo, al año se hacen en el mundo alrededor de 120.000 trasplantes de órganos. Aunque el concepto de lista de espera tal como se conoce en el mundo desarrollado no existe en la mayoría de los países, se calcula que sobre 2 -2,5 millones de personas podrían beneficiarse de un trasplante, la gran mayoría de riñón e hígado en el hoy día imposible supuesto de disponer de suficientes órganos y recursos sanitarios. La consecuencia es muy clara: de cada 20 enfermos que necesitan un trasplante para seguir viviendo, lo consigue uno. La situación española es un oasis que nada tiene que ver con la mayor parte del mundo.

Frente a ello, en manos del 20% de la población mundial están el 80% de los recursos y viceversa. Una mezcla explosiva de personas ricas o de países ricos (USA, Unión Europea, Japón, Israel…) que necesitan un trasplante, y otras pobres o de países pobres dispuestas a vender un órgano no vital (riñón o un fragmento de hígado) para salir adelante.

Esta combinación encuentra un caldo de cultivo en países con escasos o nulos controles donde las mafias que ligan compradores con vendedores y hospitales necesarios, campan por sus respetos: ocurre en gran parte de Asia, norte de África, antiguas repúblicas de la Unión Soviética o algunos países de América Latina entre otros.  La OMS estima que entre un 5 y un 10% de los trasplantes de órganos que se hacen en el mundo, lo son bajo comercialización, más de 10.000 al año, algo habitual  en medio mundo.

Esta generalización explica que no sean probables ni en España ni en la U.E. fuera de intentos tan disparatados como los referidos antes. Ello no quita para que ciudadanos europeos estén entre los más asiduos clientes de estos negocios. Es más fácil y seguro un viaje a cualquiera de las zonas antes citadas porque solo España recoge en su código penal que se trata de un delito perseguible, aún fuera de nuestras fronteras.

El tráfico de órganos es uno de los últimos horrores añadido a la larga lista de ejemplos de explotación del hombre por el hombre. Es precisa la tolerancia cero con esta lacra como única forma de combatirla en todo el mundo.

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