VICENTE VALLÉS. PERIODISTA
OPINIÓN

Las impurezas de Macron

Vicente Vallés
Vicente Vallés
20 minutos
Vicente Vallés

Limpiar la política es un deseo bondadoso y un objetivo ambicioso. Quienes han aterrizado en los despachos oficiales y en las sedes legislativas llegados desde eso que llamamos 'la sociedad civil' tienden a barnizarse con un toque de legitimidad del que, supuestamente, carecen aquellos que hace tiempo ocupan esos espacios políticos. Y es muy real su aportación a la hora de levantar alfombras y abrir ventanas. Es algo que conviene hacer a menudo. Se vanaglorian de ello. Pero no es bueno que se excedan en esa dosis de autocomplacencia.

Emmanuel Macron ha reventado las costuras de la República Francesa al ocupar casi todo el poder disponible, gracias al voto de sus conciudadanos. No es que llegara desde ningún sitio, porque ya había sido ministro del presidente Hollande. Pero no era un 'político de toda la vida', ni había hecho carrera en un partido tradicional. De hecho, evitó hacerla. Creó su propio movimiento, se alejó del poder antes de que le ensuciara demasiado, se atrevió a defender el centro frente a los extremos, tuvo la valentía de ofrecerse como europeísta en los tiempos del brexit, se presentó en solitario, y ganó. Arrasó, si somos más precisos. Ahora es el presidente de Francia y su partido recién inventado domina la Asamblea francesa sin rival a la vista. Pero ya aparecen impurezas.

A pocos días de su victoria en las elecciones legislativas, y a pocas semanas de su llegada triunfal al Palacio del Elíseo, Macron ha visto dimitir a tres ministros, acusados de utilizar dinero público de forma indebida. El barniz de legitimidad de los nuevos políticos resulta ser menos resistente de lo que parecía. La prensa ataca con dureza, y el Gobierno trata de apagar las llamas que amenazan con chamuscarlo antes de haber podido tomar alguna decisión relevante.

Aun así, el tiempo no apremia demasiado a quienes se estrenan en la vida pública. Tienen margen de maniobra porque hay tanto desapego en la sociedad hacia los políticos de siempre que mucho y mal tienen que hacer los recién estrenados para igualarse con ellos. Macron dispone de tiempo para ir perdiendo su buena imagen por el camino.

Como Podemos y sus confluencias. Que dos de sus concejales del Ayuntamiento de Madrid hayan sido imputados y no dimitan, como ellos exigen a los imputados de otros partidos, es perfectamente justificable para quienes les dan apoyo sin condiciones, al grito de "son de los nuestros". Quienes nunca rebuscan en la letra pequeña justificaciones que ayuden a entender el argumento de los adversarios, encuentran de inmediato los pequeños detalles que permiten absolver a los nuestros de cualquier posible culpa. Lo ancho del embudo es mío. Lo estrecho lo sufres tú. Se supone que no son los modos propios de la nueva política. Pero cuando estás entre la espada y la pared, cualquier arma defensiva es útil, incluida la vieja política.

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