VICENTE VALLÉS. PERIODISTA
OPINIÓN

El renacimiento del centro

Vicente Vallés
Vicente Vallés
20 minutos
Vicente Vallés

Europa ha abierto un proceso de reinvención política, con final incierto. En España hemos dejado atrás el viejo sistema de dos partidos que se turnaban en el poder para optar por uno de cuatro, cuya capacidad para habilitar alternancias en el gobierno todavía está pendiente de comprobación. Grecia ha triturado a viejos partidos como el socialista PASOK para elevar al poder a la extrema izquierda de Syriza, hoy más izquierda que extrema a la vista de su entrega a los dictados de Bruselas. Italia ha alumbrado la extravagancia del Movimiento 5 Estrellas. Y la ultraderecha se enseñorea en países tan civilizados como la propia Italia, Austria, Holanda, Alemania o Francia. La centralidad política entró en crisis. Pero ha sido precisamente en Francia donde el centro ha vuelto a dar señales de vida, con la victoria de Emmanuel Macron. Y lo hace con un nuevo estilo, que deberá someterse ahora al ejercicio del poder: el modelo político del Partido Demócrata de Estados Unidos, consistente en liberalismo económico y progresismo social. Y no es la primera vez.

Ya en 1979 Felipe González optó por abandonar el marxismo y centrar al PSOE. Así alcanzó cuatro victorias electorales consecutivas. Lo hizo Tony Blair en 1997, cuando abrazó la llamada 'tercera vía', que no fue otra cosa que convertir un partido de izquierdas, semigobernado por los sindicatos y dedicado sólo a defender a los trabajadores de las fábricas, en un partido que mirara hacia las clases medias urbanas. Blair es el único laborista que ha conseguido tres victorias electorales seguidas. Más reciente es el viaje al centro del Partido Demócrata italiano con Matteo Renzi, la aparición en España de Ciudadanos y, por supuesto, la llegada de Macron al palacio del Elíseo.

Y lo que ha ocurrido en Francia no es sólo un aviso de cómo renace (en apariencia) la centralidad política. Es también un primer paso que podría derivar en un nuevo modelo de partidos, más parecido al de Estados Unidos que a la tradición europea. Tanto el Partido Republicano como el Demócrata funcionan como una plataforma electoral, a la que se adhieren aquellos que desean ser candidatos a cargos públicos por elección. Está en cuestión el diseño de partido político de organización casi leninista, en el que unos pocos lo deciden todo. Emmanuel Macron era militante socialista, pero optó por abandonar el partido, crear un movimiento político como En Marche y presentarse por sí mismo (my own man, dicen los anglosajones) directamente ante todos los franceses. Y triunfó.

Es un primer ejemplo de lobo solitario en política, de un nuevo sistema para una política de políticos, y no tanto para una política de partidos. Si este método mejora o empeora al anterior, habrá que esperar a la experiencia que nos ofrezca el tiempo.

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