VICENTE VALLÉS. PERIODISTA
OPINIÓN

Sánchez, la nación y Cataluña

Vicente Vallés
Vicente Vallés
20 minutos
Vicente Vallés

El 27 de octubre de 2015, recién disueltas las Cámaras para convocar las elecciones de diciembre, el Parlamento de Cataluña mostró un ejemplo más de su don de la oportunidad política. El Gobierno de la nación se sometía a las urnas, a sabiendas de que estábamos a punto de vivir el desguace del sistema de dos partidos que se turnan en el poder. Podemos y Ciudadanos llamaban ya a las puertas de las Cortes para transformar a España en un país con cuatro grandes partidos. Y, por tanto, nos encaminábamos hacia una etapa de inestabilidad. ¿Qué más podían pedir los independentistas?

Aquel 27 de octubre se admitió a trámite una declaración  política que ponía en marcha el proceso para "trabajar por un Estado independiente en forma de república catalana. Los pasos que se deberán dar tendrán que ser firmes, sin supeditación a las instituciones políticas o jurídicas del Estado español". Un día después, los servicios de prensa del Palacio de la Moncloa hacían pública una foto, en la que Mariano Rajoy y Pedro Sánchez aparecían de pie, en los jardines, con semblante serio. La imagen había sido tomada de abajo arriba, lo que daba a sus dos protagonistas una sensación de altura aún mayor de la que ya tienen de natural (ambos rondan los 190 centímetros de estatura). Fue la última vez en la que los líderes de los dos grandes partidos mostraron cierta sintonía. Rajoy y Sánchez "han acordado trabajar coordinadamente en defensa de la Constitución, de la unidad nacional, de la soberanía nacional y de la igualdad de todos los españoles", dijo la nota que se hizo pública después.

Han pasado 19 meses, dos elecciones generales, una investidura tormentosa, un Comité Federal del PSOE traumático con la dimisión del secretario general del partido, una Gestora, un tenso proceso de primarias y la victoria del ex secretario general defenestrado. Y entre octubre de 2015 y mayo de 2017, Pedro Sánchez ha sufrido una evolución política que también afecta a su criterio sobre Cataluña.

Al poco de perder la secretaría general, Sánchez le dijo a Jordi Évole que Cataluña es una nación. Durante la campaña de las primarias introdujo un matiz eufemístico: nación cultural. Sus rivales internos en el PSOE consideran que Sánchez se aleja de la postura fijada por el partido en la declaración de Granada. Esa deriva se apoya, además, en un hecho determinante: la federación socialista que más apoyo le ha dado en las primarias es la catalana, con el 80 por ciento del voto a su favor.

Ahora, con el referéndum a punto de ser convocado, Rajoy tiene al PP y a Ciudadanos, se ignora dónde está el nuevo PSOE de Pedro Sánchez, y se sabe que Podemos es firme partidario de la consulta. División e incertidumbre conforman un cóctel perfecto para quien, como los independentistas, se alimenta de las debilidades del adversario.

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