XAVIER DOMÈNECH. COORDINADOR GENERAL DE LOS COMUNS EN CATALUNYA
OPINIÓN

Tras Pujol, Catalunya quiere pasar página

Xavier Domènech, portavoz de En Comú
Xavier Domènech, portavoz de En Comú
EUROPA PRESS
Xavier Domènech, portavoz de En Comú

Cuando Jordi Pujol se quedó solo después de su toma de posesión como President, el 8 de mayo de 1980, en el Palau de la Generalitat se reunió con el nuevo secretario del gobierno y le dijo: "Lluís, en estos momentos la Generalitat somos tu y yo". Se refería a Lluís Prenafeta, que recientemente admitió cobrar comisiones ilegales y defraudar a hacienda 14,9 millones de euros en el caso Pretoria. Casi 40 años después de su acceso al poder, la mayoría de personas cercanas a Pujol en la construcción del poder convergente han estado procesados por casos de corrupción: su hijo mayor ha sido encarcelado, la policía entraba en la casa y el despacho de Jordi Pujol y Marta Ferrusola firmaba papeles como "madre superiora de la Congregación" para pedir un traspaso de su cuenta a la de su hijo en Andorra. Una concepción patrimonial del poder, propia de los mandatos convergentes, que tenía como reverso el saqueo de Catalunya.

El poder y el país eran "suyos" y cuando eran otros los que ganaban elecciones, como explicaba la mujer del expresident, "es como si entran en tu casa y te encuentras los armarios revueltos, porque te han robado". Para ellos, era realmente su casa, y Pujol no otro que el pater familias de la patria. Concepción que impregnó profundamente la realidad del poder en Catalunya, todo ello combinado, encima, con un discurso profundamente moralizador hacia la ciudadanía.

No sólo sus hijos biológicos y él mismo han sido encausados y en algunos casos encarcelados, tampoco solamente los que le acompañaron en el ejercicio del poder, también sus hijos políticos se ven implicados en esta realidad. El 3% que denunció Pasqual Maragall, sin poder llegar al fondo ya que las implicaciones iban más allá del mundo convergente, ahora sabemos que era un 4%. Sabemos también que esta forma de actuar llegó prácticamente hasta nuestros días, como sabemos que entre el caso Palau y las sedes embargadas, la corrupción, de la misma forma que en el caso del PP en España, no es un "accidente" sino una práctica política institucionalizada. Cuando Prenafeta convoca a Mas a una reunión con un empresario "controvertido", tal y como hemos sabido recientemente, nos habla de continuidad entre el pasado y el presente de Convergencia, no de ruptura, en ningún caso de un pasado lejano.

Todo ello nos lleva a una situación insostenible tanto en Catalunya como en España, al descubrir constantemente que aquellos que nos pedían apretarnos el cinturón se llenaban a su vez los bolsillos, que en una sociedad cada vez más desigual aquellos que han gestionado el bien público lo han hecho con prácticas que acaban en los juzgados.  Una situación que no se soluciona sólo con declaraciones y comparecencias, sino con la construcción de alternativas a los gobiernos actuales. En el caso de Catalunya, todo esto no se tapa con la bandera, ni con competiciones para saber quién defiende mejor Catalunya, ni apelando a una verdad, la de las cloacas del Estado, porque unas cloacas tampoco tapan a las otras. No se tapa así y se descubre sólo con el país, con devolverlo a sus gentes.

Los herederos de una práctica de poder, de un pasado que no quiere pasar, siguen, con el inestimable apoyo de ERC, en el poder. Pero Catalunya, a pesar de todo, nunca fue "suya", siempre ha sido de "todos" en su inmensa pluralidad y esta Catalunya hace tiempo que quiere pasar página, dejando atrás todos aquellos que lo quieren impedir.

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