El tenis nos regaló otro Federer-Nadal, pero el encuentro decepcionó. No ya por el resultado, porque Federer está en uno de los mejores momentos de su carrera pese a su veteranía, sino porque el calor y la humedad de Miami (casi 30º y un 78%) deslucieron el choque entre los mejores tenistas de la última década y media.

Toallas con hielo, sombrillas y ventiladores en los asientos de los jugadores resumen bien una final entre dos viejos rockeros que se resisten, como los Rolling Stones, a dejar de alucinar a sus fans. Pese a que ambos jugadores se mostraban incómodos, sí dejaron un par de gestos para deleite de las más de 13.000 personas que vieron el partido en directo en Cayo Vizcaíno.

El primer set fue muy igualado. Nadal se mostró muy solvente con su servicio, logrando hasta tres saques directos en esta primera manga. Por el contrario, Federer ganó con apuros sus servicios y en tres de los cuatro primeros tuvo que remontar bolas de rotura del español. Pero cuando le llegó a él su oportunidad, no la desaprovechó. En el octavo juego, Federer rompió el saque de Nadal y lo consolidó en el siguiente juego, poniendo el 6-3 en el marcador.

Los jugadores, que se tuvieron que cambiar de ropa en el descanso debido al sudor acumulado, se intercambiaron los papeles en el segundo set. Federer ganó sus tres primeros servicios en blanco, con puntos brevísimos. Nadal presentaba más problemas con su saque y cometió una cifra inusual de errores no forzados. A pesar de ello, supo sostener su saque hasta el 4-4. Como en la primera manga, Federer rompió el saque de Nadal en el momento justo y no dudó para ganar el juego, el set y el partido para poner el 6-4 con el que se cerró la final.

Es el tercer título de Federer en Miami, su 26º Masters 1.000 y el 91º torneo que gana. Este lunes, ocupará la cuarta posición del ránking mundial. En el caso de Nadal, se prolonga su maldición en Cayo Vizcaíno: cinco finales, cinco derrotas. Precisamente, empezará la semana como quinta raqueta mundial. Acaba la temporada de pista rápida y llega la buena del balear, la de tierra. Motivos hay para esperar títulos.