Panaderías, supermercados, hipermercados, gasolineras, cafeterías, tiendas de descuento... Cada vez más comercios ofrecen entre su repertorio de productos el pan fresco, bien sea porque es su fuente de ingresos principal, o bien porque es un producto que, a precios bajos o por debajo de mercado sirven como reclamo para los clientes. 20minutos habla con tres consumidores tipo sobre sus hábitos de consumo.

Ana Leal (38 años, en paro) compra todos los días el pan en un supermercado de su barrio: "Lo compro siempre aquí porque vivo al lado y es el que más me gusta. Al final casi todos los panes son de cadenas", opina. Ana asegura que no ha notado mucha diferencia en el producto que se comercializa pese a las bajadas de precio. "He visto que antes había panaderías que vendían barras a 65 céntimos y ahora las venden por 39; ambas, de tipo chapata, tienen muy buena pinta", dice.

A pocos metros del supermercado está una tienda pequeña, más tradicional, donde compra el pan desde hace años José Manuel Martín (59 años, prejubilado). Lo adquiere ahí, a pesar de que es más caro, porque "me gusta el pan que venden aquí y me tratan bien. Cuando he tenido que comprarlo en otros sitios no me ha gustado, en otros sitios me ha parecido espantoso", asegura, al tiempo que se muestra crítico con otras tiendas: "Es importante que, aunque sea congelado, lo puedan hacer en el mismo sitio donde lo venden; hay mucha oferta de pan malo", critica.

Paz [no ha querido revelar su apellido ni su edad] por su parte no compra el pan en ningún establecimiento fijo. Ella reconoce que ninguna variedad de lo que venden en el barrio le acaba de convencer, lo que ha supuesto que cada vez consuma menos: "Busco constantemente, pero no es lo mismo que el pan que había antes, ni siquiera el que compras caliente. Ahora voy probando, pero ni en los supermercados ni en las panaderías de barrio me gusta lo que hay. Cuando puedo, compro una hogaza en un buen obrador para que me dure varios días", recomienda.