Ramón Casas, el Toulouse Lautrec español, llega a Madrid a los 150 años de su nacimiento

  • El CaixaForum de la capital expone la mayor muestra del modernista catalán, un precursor en España del espíritu libre e irreverente de la bohemia.
  • 'Ramón Casas. La modernidad anhelada' muestra 145 obras del pintor y de sus coetáneos: Toulouse-Lautrec, Rusiñol, Romero de Torres, Sorolla, Picasso...
  • Autor implicado con el 'nuevo tiempo' y sin necesidades financieras —era hijo de un industrial azucarero—, Casas mostró una sociedad elegante y relajada.
La 'Joven decadente', cansada tras una sesión de baile, de Ramón Casas
La 'Joven decadente', cansada tras una sesión de baile, de Ramón Casas
Museu de Montserrat. Abadia de Montserrat. Donación J. Sala Ardiz
La 'Joven decadente', cansada tras una sesión de baile, de Ramón Casas

Atrevido, bohemio, hedonista y convencido de que vivía a las puertas de un "nuevo tiempo" de modernidad y ruptura de academicismos, el pintor Ramón Casas y Carbó (en catalán el primer nombre de pila se escribe sin tilde) fue uno de los precursores de la nueva sensibilidad que se adivinaba con la llegada del siglo XX. Conmemorando el 150º aniversario del artista (1866-1932), que se celebró en 2016, llega ahora a Madrid la sugestiva exposición Ramón Casas. La modernidad anhelada.

La muestra, en el CaixaForum hasta el 11 de junio, llega a Madrid después de su estreno en el Museo de Maricel de Sitges, donde fue visitada por más de 38.000 personas, y viajará luego al CaixaForum de Palma. Es la exposición más amplia nunca vista en la capital de España sobre un creador fundamental para explicar la exportación del modernismo desde Francia.

Con 145 obras gráficas —pinturas, dibujos y carteles— y 45 fotografías de época, no sólo abarca la producción de Casas, un ecléctico que practicó la pintura, pero también el diseño publicitario —le han llamado por paralelismo el Toulouse-Lautrec español—, sino de algunos de los artistas coetáneos a los que admiró y conoció, entre ellos, además del recién citado, John Singer Sargent, Santiago Rusiñol, Julio Romero de Torres, Joaquín Sorolla, Joaquín Torres García y Pablo Picasso.

Hijo de un millonario industrial catalán que había labrado fortuna con los ingenios azucareros en la Cuba colonial y gracias a una posición económica sin ahogo de ningún tipo, Casas pudo dedicarse a viajar, crear, promover financieramente colectivos de vanguardia —como el fundamental Els Quatre Gats, que tenía su base en el bar del mismo nombre— y disfrutar de la vida.

La musa y amante Julia Perarire, vendedora de lotería

Alcanzó gran repercusión y fama como retratista —sobre todo tras los elegantes óleos que pinto de una de sus musas y amantes, la vendedora de lotería Julia Peraire, a la que mostró ataviada de torera— y recibía encargos de la alta sociedad, a la que mostraba de manera relajada, coqueta y con un leve barniz de picardía o lánguido abandono.

No obstante también fue un avezado observador social, con escenas de masas de gran dramatismo como La carga (1899), donde la Guardia Civil, a caballo y sable en mano, reprime a obreros en huelga, y El garrote vil (1894), donde muestra, desde un punto de vista elevado, el ajusticiamiento público de un joven acusado de asesinato. Casas parece querer huir de los detalles escabrosos, pero el patetismo es aún mayor con la distancia y la enlutada coreografía que representa.

Mujeres emancipadas y activas

Ramón Casas. La modernidad anhelada está dividida en cinco apartados que van desde la pulsión bohemia que llevó a Casas a viajar a París cuando era un adolescente de 15 años, hasta los retratos de mujeres que pertenecen a una clase social que cultivaba el hedonismo y el esteticismo decadente de finales del siglo XIX, pero empiezan a mostrarse emancipadas y activas.

También se incluyen en el recorrido piezas que presentan a Casas como un hombre avanzado en cuyas obras aparecen automóviles, bicicletas y lavabos, que no hizo ascos a dedicarse al cartelismo publicitario y que jamás renegó de la admiración, muy extendida entre su clase social y generación, por la estética japonista.

La modernidad llama a la puerta

La muestra subraya que el artista barcelonés fue el pintor que "mejor supo comprender la eclosión de un nuevo tiempo en el que la modernidad llamaba a la puerta". Aunque era notorio y famoso, Casas se encontró en más de una ocasión con dificultades para comercializar algunas de sus obras más atrevidas, porque parte de su clientela era "refractaria" a algunos planteamientos de la modernidad.

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