Ser mujer, lesbiana y postista fueron tres condiciones que hicieron de Gloria Fuertes buena (en su peor sentido) diana para la incomprensión en este país. Incomprensión referida, ya no al tipo de modernidad que como mujer simbolizaba sino a su poesía adulta.

Porque la infantil fue potenciada con mucha inteligencia, tanto que aun hoy, el año que habría cumplido cien (nació en el madrileño barrio de Lavapiés el 28 de julio de 1917), su nombre sigue asociado a los niños. Se sigue sin conocer en España –porque fuera, como en Estados Unidos, se han hecho y hacen constantemente tesis doctorales sobre ella– la importancia, la hondura, el alcance de lo que hizo Gloria Fuertes.

"Es una joya de la literatura", dice la profesora Fanny Rubio, encargada de inaugurar el centenario (que incluye la exposición que se inauguró este martes en el Fernán Gómez de Madrid y en la Fundación que lleva su nombre, así como encuentros y actividades próximas). "Pero su poesía era distinta a la que hacían sus contemporáneos, fundamentalmente por la ternura y el humorismo que recorre sus letras. Ella abrió un abanico a la poesía, hacía el postismo, pero con la carga de emoción de la que carecían las vanguardias".

El postismo o postsurrealismo fue aquel momento final que recorría o resumía o tenía parte de los ismos que lo precedieron. Solo que en Gloria la marca la daba lo propio, personal, tierno, existencial y profundo, en síntesis:sentimiento y emoción, que tejía en cada poema sin renunciar al postismo.

Aquello era completamente diferente. "En España no había público para que la entendieran", apunta con pena Rubio, que a continuación lamenta: "Bueno, no sé por qué me extraño, es lo que le pasa a muchos de los grandes". Hoy pocos conocen la fuerza de la poesía adulta de Gloria. Ni pasando 100 años ha habido, parece, tiempo para un intento de comprensión, y un mirar más allá de los poemas infantiles.

"Cuando ella hace confesiones como las que atañen a su infancia en la portería [el trabajo de su padre, su madre era costurera], las cosas que ve en la gente y la sociedad de su momento, no está como la gente quiso pensar provocando. Tampoco era una crónica de las clases desfavorecidas. Sí tenía mucho de crónica pero social, no solo de los más humildes", recalca.

De origen humilde, y vocación tan temprana como para escribir desde los 5 años y publicar su primer poema en 1932, a los catorce años (Niñez, Juventud, Vejez), estudió mecanografía y taquigrafía, lo que le sirvió para encontrar sus primeros trabajos (llevó la contabilidad en Talleres Metalúrgicos).

A los 17 años escribió su primer libro de poemas: Isla Ignorada, publicado en 1950. Aguantó mucho, y no por trabajar de contable o secretaria, sino por la penalización social que sufrió por ser mujer, lesbiana y poeta. "Y eso que jamás hizo apología del lesbianismo".

Vivió con la burla como mochila, peso que aligeraba mediante lo que siempre supo hacer: escribir. Ella decía que su primer juguete había sido una máquina de escribir. Con ella puso en cuestión el inconsciente, la mecánica de la literatura, y mezcló de un modo que nadie había hecho antes en vanguardias la risa, el respeto, el amor y el sentido del humor con el postsurrealismo. "Pero aquí solo sirve para poner el nombre a un colegio", se queja la profesora.

La capacidad narrativa de su poesía era muy fuerte y definitoria también, en cada poema te contaba una historia. La gente dice: /Pobres tiene que haber siempre / y se quedan tan anchos / tan estrechos de miras /  tan vacíos de espíritu / tan llenos de comodidad. / Yo aseguro / con emoción / que en un futuro próximo / solo habrá pobres de vocación.

Además, fuera de la dureza que fuera –como en el poema transcrito– lo que aporreaban sus dedos sobre su ‘juguete’, que tenía mucho de metralleta, casi siempre logra arrancar media sonrisa. De las de verdad, no de las de tarjeta de saludo. No dejó de escribir jamás pese a la constante incomprensión y a la angustia que eso le generaba. Hasta el final. Murió sola en su casa, a los 81 años, por un cáncer de pulmón. En soledad, como ella escribió: Todos los míos han muerto hace años / y estoy más sola que yo misma.