En plena negociación salarial para este año y tras una oferta de la patronal que los sindicatos consideran "mejorable", el FMI, sin quererlo, ha echado más leña en el fuego de la inflación. Según el organismo monetario, los precios subirán este año un 2,4% de media en España, casi un punto más que el 1,5% esperado por el Gobierno y la previsión más elevada de todas las instituciones internacionales.

"Los precios al consumidor se han visto empujados en las economías avanzadas por los precios minoristas de la gasolina y otros productos relacionados con la energía", asegura el Fondo Monetario Internacional en su último Informe de Perspectivas Económicas presentado este martes, que identifica al "repunte de la inversión inmobiliaria" como un segundo factor que acelerará la inflación este año respecto al anterior.

Fuente: Elaboración Propia / (*) Previsión no oficial del ministerio de Economía

El organismo dirigido por Christine Lagarde puntualiza que el avance es fundamentalmente energético porque la inflación subyacente —que no mide los precios de la energía ni de los alimentos no elaborados— "se mantuvo invariable o aumentó mucho menos, y en casi todas las economías avanzadas está muy por debajo de las metas de los bancos centrales". En España la subyacente se mantiene, efectivamente, en el entorno del 1%, pero el IPC general se dispara muy por encima. En enero y febrero llegó a registrar un 3% interanual, una tasa moderada al 2,3% en marzo.

El Gobierno cree que la inflación media en el 2017 reposará en el 1,5%, pero ningún organismo es tan optimista. El FMI augura un 2,4%, por encima del augurio del Gobierno, del Banco de España (2,2%), de la Comisión Europea (1,9%) y de la OCDE (1,9%). En la zona euro, de hecho, solo los tres países bálticos —Letonia (2,8%), Lituania (2,8%) y Estonia (3,2%)— presentarían este año una inflación mayor que España.

A España se le presentan tres problemas si la previsión del FMI se cumple. El primero, que una inflación tan alta vendría de la mano de un aumento de los precios de las materias primas energéticas, lo que encarecería significaría que los españoles tendrían que pagar más por los suministros del hogar y por las gasolinas en el surtidor.

Un segundo problema —según observa el FMI— es que "a medida que aumentan las perspectivas de crecimiento e inflación en las principales economías del euro, también existe el peligro de que se endurezca la política monetaria del BCE, lo cual frenaría la recuperación en países con un desempleo elevado". Y de paro elevado sabe España, el segundo país con más desempleo de la eurozona (18,6%), solo por detrás de Grecia.

"El BCE ya ha enviado señales de moderar su política monetaria y de abrir el debate sobre la retirada de estímulos", apunta también este martes el servicio de estudios del BBVA, que en su propio informe de previsiones eleva la inflación prevista en España para este año al 2,1%, también por encima de la previsión del Gobierno.

Si Draghi, en cambio, mantiene los tipos bajos —el interés de referencia está ahora en el 0%— España seguiría disfrutando de ese viento de cola para avanzar económicamente a lo largo de 2017. Según el Fondo, lo hará a la mayor tasa de crecimiento todos los países avanzados, un 2,6%, tres décimas más que en su previsión anterior y el mayor auge económico de todas las economías avanzadas.

Fuente: FMI

El último problema de una inflación elevada tiene que ver con el poder adquisitivo. "Un incremento del precio de las materias primas afectaría a la competitividad de las empresas y al poder adquisitivo de las familias, lo que ralentizaría el crecimiento de la demanda y la creación de empleo", dice el informe de hoy del BBVA.

El Gobierno elevó este ejercicio las pensiones por cuarto año seguido al 0,25% —el mínimo legal— y la oferta de los empresarios en la actual negociación salarial es revalorizar los sueldos en convenio del 1% al 2%. En ambos casos, las rentas de pensionistas y asalariados, de cumplirse las previsiones de inflación, perderían capacidad de compra. Los sindicatos consideran "insuficiente" la propuesta de la patronal.

El problema, sin embargo, no se reduce a España. "Los salarios no se han mantenido a la altura de la productividad en las tres últimas décadas", zanja el organismo, que admite que el cambio tecnológico y el comercio internacional "han contribuido a la reducción de la participación del trabajo en la renta nacional de muchos países".

El organismo eleva una décima (hasta el 3,5%) su previsión de crecimiento mundial pero este año, pero pone varios riesgos sobre la mesa. El más importante, el proteccionismo naciente en países como Estados Unidos o Reino Unido, que podrían llevar a los países "a replegarse en sí mismos" y a desencadenar una "guerra comercial", según Maurice Obstfeld, consejero económico del organismo,

"En las economías ricas, una proporción sustancial de los frutos del crecimiento no ha llegado a los segmentos más bajos de ingresos, pero lamentablemente a los gobiernos a menudo les resulta más fácil restringir el comercio que realizar esas mejoras internas", critica Obstfeld sobre unas políticas aislacionistas que el Fondo asegura que se alimentan de la desigualdad.

El organismo dirigido por Lagarde establece como receta "un crecimiento más inclusivo" para lograr atajar esta ola creciente de proteccionismo. Un proceso que pasaría, según dice su informe, por una tributación más progresiva y una educación de calidad.