Crítica de 'Garantía personal': Una cadena de errores fruto de la desesperación

  • Este viernes se estrena la película española 'Garantía personal'.
  • Se trata de un 'thriller' con tintes de crítica social.
  • Los protagonistas son Belén López y Roberto Enríquez.

No es sencillo empezar a escribir sobre una película que no te ha gustado mucho cuando, inmediatamente después de verla, conoces a la actriz protagonista y descubres que es una persona increíblemente encantadora. En esas circunstancias me encontré frente a Belén López, quien me hablaba entusiasmada de su trabajo en Garantía personal mientras yo rememoraba fugazmente el largometraje que acababa de ver tratando de extraer del recuerdo algo más de lo que había percibido poco antes en la sala.

La premisa es interesante, una historia de desesperación, fruto de la crisis económica que ha sacudido a España, pasada por el tamiz del thriller, un género que ya ha echaado fuertes raíces en el cine español.

Belén interpreta a Mara, una mujer que de repente se ve en una situación extrema, al borde de la ruina, con su marido hospitalizado y los acreedores de este exigiendo su dinero. A partir de ese punto –antes de ese punto en realidad–, la película se convierte en una concatenación de errores, los de los personajes, que parecen obcecados en tomar siempre las peores decisiones, y los de la propia producción, que cojea de más de una pata.

No me atrevería a decir que la película es mala. No lo es, y seguramente gustará a muchos (en el Festival de Cine Policíaco de Lieja ganó el premio del público), pero se nota que las intenciones eran mucho mejores que la ejecución.

Nada que objetar a los protagonistas. Ni a Roberto Enríquez, ni a Valentín Paredes ni, claro, a Belén López, que me cuenta sonriente que el papel le llegó caído del cielo. Esta risueña mujer se convierte en Garantía personal en una persona dura y seria que rara vez relaja su rictus de angustia. Por desgracia, la mayoría de secundarios no están al mismo nivel: un villano de tebeo que es malo malísimo, un gorila de manual que no habla, un secuaz random, un banquero tonto...

Perdono esto, y también los ramlazos de comedia involuntarios que provocan algunos de esos personajes. Pero una vez más me cuesta empatizar con alguien en este relato. ¿Quién metería tanto la pata? Belén lo justifica recurriendo a la desesperación. "Si de la noche a la mañana te quitan todo por lo que has estado luchando toda tu vida, eres capaz de hacer cualquier cosa", me asegura.

"Cuando hay una crisis económica y social, hay también una crisis de valores. Lo estamos viviendo en España. Es difícil en estas circunstancias ponerse en el lugar de otro, que es lo que deberíamos hacer", argumenta la actriz, que cree que esa es la parte de realidad que sirve de base a la película. Y tiene razón. Ahí radican las buenas intenciones de las que hablaba, las ganas de construir un thriller que entretenga pero que también deje ver un trasfondo de crítica social, algo así como lo que hizo Dani de la Torre con más tino –y muchos más medios– en El desconocido.

Sin ser muy larga (105 min.), a veces lo parece, se hace errática y pierde ritmo pasada la mitad del metraje. Además, todo resulta demasiado predecible en esta alocada carrera hacia adelante en la que uno jamás espera que algo vaya a salir bien. No voy a decir si esa sensación es acertada o no, y tampoco quiero ser injusto con la película, no solo por Belén sino por respeto a su trabajo y al de sus compañeros, que, en este negocio tan complicado, por fin han logrado estrenar un filme que se rodó hace ya dos años. Olé por ellos. Ojalá la mayoría coincida más con el público de Lieja que conmigo.

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