El final de un mito: el yeti no existe

  • Un estudio analizando adn de restos de uno de nueve supuestos yetis ha permitido obtener el genoma mitocondrial completo del oso pardo del Himalaya.
  • Los otros análisis correspondían a ejemplares de osos negros asiáticos, osos pardos tibetanos y, en un caso, un perro.
  • Análisis de ADN similares ya han dado respuesta a la supuesta existencia de otros animales mitológicos como el 'unicornio africano'.
Restos de supuestos yetis en museos y colecciones privadas han resultado ser de osos.
Restos de supuestos yetis en museos y colecciones privadas han resultado ser de osos.
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Restos de supuestos yetis en museos y colecciones privadas han resultado ser de osos.

El yeti, esa misteriosa criatura parecida a un mono que se dice que habita las altas montañas de Asia, ocupa un lugar destacado en la mitología de Nepal y el Tíbet. Durante décadas, se han reportado avistamientos, se han localizado huellas y se han transmitido historias de generación en generación. Ahora, un nuevo estudio de ADN de supuestas muestras de yeti de museos y colecciones privadas está proporcionando una idea de los orígenes de esta leyenda del Himalaya.

La investigación, que se publicará en Proceedings of the Royal Society B, analizó nueve especímenes yeti, gracias a muestras de huesos, dientes, piel, pelo y heces recolectadas en el Himalaya y la meseta tibetana. De esos, uno resultó ser de un perro y los otros ocho eran de osos negros asiáticos, osos pardos del Himalaya u osos pardos tibetanos.

"Nuestros hallazgos sugieren fuertemente que los fundamentos biológicos de la leyenda del yeti se pueden encontrar en los osos locales y nuestro estudio demuestra que la genética debería ser capaz de desentrañar otros misterios similares", afirma la científica líder Charlotte Lindqvist, profesora asociada de Biología en la Facultad de Artes y Ciencias de la Universidad de Buffalo, Estados Unidos, y profesora asociada visitante en la Universidad Tecnológica de Nanyang, Singapur (NTU Singapur).

El equipo de Lindqvist no es el primero en investigar el ADN yeti, pero los proyectos anteriores realizaron análisis genéticos más simples, lo que dejó cuestiones importantes sin resolver, dice. "Este estudio representa el análisis más riguroso hasta la fecha de muestras que se sospecha que derivan de criaturas anómalas u 'homínidas' míticas", escriben Lindqvist y sus coautores en su nuevo documento.

Lindqvist afirma que la ciencia puede ser una herramienta útil para explorar las raíces de los mitos sobre criaturas grandes y misteriosas. En concreto, señala que, en África, la legendaria leyenda occidental de un "unicornio africano" fue explicada a principios del siglo XX por investigadores británicos, que encontraron y describieron el okapi de carne y hueso, un pariente de la jirafa que parece una mezcla entre ese animal y una cebra y un caballo.

En Australia (donde personas y animales de gran tamaño pueden haber coexistido hace miles de años) algunos estudiosos han especulado que las referencias a enormes criaturas parecidas a animales en la mitología aborigen 'Dreamtime' pueden haber surgido de encuentros antiguos con la megafauna real o sus restos, conocida en la actualidad por el registro fósil de Australia.

Pero, aunque esas conexiones siguen siendo inciertas, el trabajo de Lindqvist, como el descubrimiento del okapi, es directo. "Claramente, una gran parte de la leyenda del yeti tiene que ver con los osos", dice ella, quien junto a sus colegas investigó muestras como un trozo de piel de la mano o la garra de un "yeti", parte de una reliquia monástica, y un fragmento de fémur de un decaído yeti hallado en una cueva en la meseta tibetana. La muestra de piel resultó ser de un oso negro asiático y el hueso de fémur de un oso pardo tibetano.

Además de rastrear los orígenes de la leyenda del yeti, el trabajo de Lindqvist está revelando información sobre la historia evolutiva de los osos asiáticos. "Los osos en esta región son vulnerables o están en peligro crítico desde una perspectiva de conservación, pero no se sabe mucho sobre su historia pasada. Los osos pardos del Himalaya, por ejemplo, están en gran peligro. Clarificar la estructura de la población y la diversidad genética puede ayudar a estimar los tamaños de las poblaciones y elaborar estrategias de manejo".

Los científicos secuenciaron el ADN mitocondrial de 23 osos asiáticos (incluyendo supuestos yetis) y compararon estos datos genéticos con los de otros osos en todo el mundo. Este análisis mostró que, si bien los osos pardos tibetanos comparten un ancestro común cercano con sus parientes norteamericanos y eurasiáticos, los osos pardos del Himalaya pertenecen a un linaje evolutivo distinto que divergió desde el principio de todos los demás osos pardos.

La división se produjo hace unos 650.000 años, durante un periodo de glaciación, según los científicos. El momento sugiere que la expansión de los glaciares y la geografía montañosa de la región puede haber hecho que los osos del Himalaya se separen de los demás, lo que llevó a un periodo prolongado de aislamiento y un camino evolutivo independiente.

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