Vaquero Palacios, el hombre que transformó las centrales hidroeléctricas en catedrales industriales

  • Durante casi tres décadas este arquitecto desarrolló un complejo y atípico proyecto para transformar cinco centrales hidroeléctricas de Asturias en obras de arte moderno.
  • Una exposición en el Museo ICO de Madrid saca a la luz este sorprendente patrimonio industrial así como al artista que lo hizo posible. 
Joaquín Vaquero Palacios y Joaquín Vaquero Turcios, integración artística en la Central hidroeléctrica de Salime (Asturias), 1954- 1980.© Joaquín Vaquero Palacios, Joaquín Vaquero Turcios, VEGAP, Madrid, 2018. © Fotografía: Luis Asín
Joaquín Vaquero Palacios y Joaquín Vaquero Turcios, integración artística en la Central hidroeléctrica de Salime (Asturias), 1954- 1980.© Joaquín Vaquero Palacios, Joaquín Vaquero Turcios, VEGAP, Madrid, 2018. © Fotografía: Luis Asín
LUIS ASÍN
Joaquín Vaquero Palacios y Joaquín Vaquero Turcios, integración artística en la Central hidroeléctrica de Salime (Asturias), 1954- 1980.© Joaquín Vaquero Palacios, Joaquín Vaquero Turcios, VEGAP, Madrid, 2018. © Fotografía: Luis Asín

Una de las muestras más singulares y sorprendentes de esta temporada se esconde en el Museo ICO de Madrid. Allí acaba de inaugurarse Joaquín Vaquero Palacios. La belleza de lo descomunal. Asturias, 1954-1980, un atípico proyecto que aúna múltiples disciplinas, tantas como las que practicó en vida este artista total.

Hijo de Narciso Hernández Vaquero, quien durante casi medio siglo fue director y presidente de Hidroeléctrica del Cantábrico; Joaquín Vaquero (1900-1998) estudió arquitectura y la compaginó durante toda su vida con la pasión por la pintura, la escultura y los viajes.

A mediados de los años 50 inicia su proyecto más complejo y arriesgado, que abarcó casi tres décadas de su vida. En colaboración con la que había sido la empresa de su padre, Hidroeléctrica del Cantábrico (hoy parte del Grupo EDP), se pone manos a la obra para transformar cinco centrales hidroeléctricas asturianas en obras de arte o 'catedrales industriales'.

Comenzó con la central eléctrica de Grandas de Salime (1954-1960) –uno de los mejores ejemplos de arquitectura industrial de España- y continuaría por las de Miranda (1956-62, Proaza (donde acometió el desarrollo global del proyecto, arquitectura incluida de 1964 a 1968), Aboño (1969-1980) y Tanes (1980).

¿Qué hizo tan particular su trabajo? Pues que se trataba de 'obras totales' donde Vaquero se hizo cargo de la ingeniería, pintura (sobre todo grandes murales), esculturas, diseño industrial, mobiliario e, incluso, arquitectura; abordando además espacios de un tamaño descomunal.

"Hablamos de presas construidas mediante millones de toneladas de hormigón que conforman interiores descomunales y gigantescos; saltos de agua excavados en montañas de roca viva a los que se accede a través de túneles infinitos; salas de turbinas donde podrían convivir varios aviones de línea regular... Las dimensiones de estos espacios escapan a nuestra percepción cotidiana", dice el comisario y nieto del artista, Joaquín Vaquero Ibáñez.

El reto de la exposición (abierta hasta el próximo 6 de mayo) consiste sacar a la luz este sorprendente patrimonio industrial desconocido para la mayoría, así como al artista que hizo posible su metamorfosis. Para conseguirlo el recorrido comienza con una introducción sobre el personaje así como una localización geográfica de estas cinco catedrales. A ellos se unen 90 fotografías obra de Luis Asín y un amplio trabajo audiovisual a cargo de Juan Vaquero realizados ex profeso para este proyecto, que se complementan con cuadros de Joaquín Vaquero, fotografías de época, planos originales, bocetos, maquetas, libros y diversos elementos de diseño industrial.

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