Paloma Navares y su crítica a la cosificación de la mujer en el Thyssen

  • La artista propone una relectura de la figura de Eva, tomando como punto de partida algunas obras de la colección del museo madrileño.
  • Navares es una de las grandes impulsoras del arte feminista y desde la perspectiva de género que se desarrollaron a partir de la década de los 90 en España.
Paloma Navares. En el umbral del sueño, 1992-1993. Instalación, 280 x 500 x 100 cm. 7 tubos de metacrilato, fotografía, luz fluorescente e incandescente, plásticos y cables. Museo Nacional Thyssen-Bornemisza, Madrid.
Paloma Navares. En el umbral del sueño, 1992-1993. Instalación, 280 x 500 x 100 cm. 7 tubos de metacrilato, fotografía, luz fluorescente e incandescente, plásticos y cables. Museo Nacional Thyssen-Bornemisza, Madrid.
PALOMA NAVARES
Paloma Navares. En el umbral del sueño, 1992-1993. Instalación, 280 x 500 x 100 cm. 7 tubos de metacrilato, fotografía, luz fluorescente e incandescente, plásticos y cables. Museo Nacional Thyssen-Bornemisza, Madrid.

El pasado mes de noviembre la sala Kubo-kutxa de San Sebastián dedicaba una retrospectiva a la obra de Paloma Navares (Burgos, 1947) y celebraba así sus cuatro décadas como artista multimedia. Pocas días después de su clausura, la obra de esta creadora burgalense desembarca en el Museo Thyssen con Paloma Navares. Del jardín de la memoria, una exposición que propone una relectura desde la perspectiva de género de la figura de Eva, uno de los motivos iconográficos más repetidos en la historia del arte.

La muestra toma como punto de partida algunas obras de la colección Thyssen-Bornemisza para presentar una selección de piezas realizadas por la artista durante el estudio que llevó a cabo sobre la representación de la mujer en destacados cuadros de los principales museos, a las que se añaden otras realizadas expresamente para esta muestra.

El interés de Navares por la representación femenina en el arte se inicia a finales de la década de los 80. Con la llegada de los 90 la figura de Eva se multiplica en su obra así como su crítica hacia la cosificación de la mujer. Un ejemplo de ello es la instalación En el umbral del sueño (1993), que reproduce un fragmento de La ninfa de la fuente (1530-1534) de Lucas Cranach el Viejo, de la colección permanente del Thyssen.

En la muestra se exhiben también piezas de la serie Corazón ardiente (1994-­1996-1999), que incluye otras 'evas' y 'venus' personificadas en retratos de la colección, como Santa Catalina de Alejandría (1598‐1599) de Caravaggio, el Retrato de una mujer joven llamada 'La Bella' (1518-1520) de Palma el Viejo y Venus y Cupido (hacia 1606-1611) de Rubens.

La instalación se completa con una vitrina con objetos de la serie Fragmentos del jardín de la memoria (1988‐2017), como una lupa sobre una postal de La ninfa de la fuente, una Eva Iluminada a partir de El baño de Diana (La Fuente) (hacia 1869-­‐1870), de Corot, y un objeto "cascada" con reproducciones de varias evas, entre las que también se encuentran otras figuras presentes en obras de la colección permanente.

Las piezas de Navarro dialogan con algunos cuadros de la colección, como Adán y Eva (c. 1507‐1508), de Jan de Gossaert, y Bailarina basculando (Bailarina verde) (1877‐1879), de Edgar Degas. Incluye, además, la proyección de dos audiovisuales, El taller de los sentidos e Iluminaciones, donde la propia artista explica las sucesivas etapas de este proyecto que desarrolla desde hace tres décadas.

En pro de arte feminista

Paloma Navares es una de las pioneras de la videoinstalación en España. En sus 40 años de trayectoria ha realizado más de un centenar de exposiciones individuales y otra tantas colectivas. Su papel también es relevante como impulsora del arte feminista y desde la perspectiva de género que se desarrollarán a partir de la década de los noventa en España. De hecho, a comienzos de esta década, Navares ya tenía un importante proyección en Europa y fue la primera artista española en ser incluida dentro y fuera de este continente en colectivas que giraban alrededor del género y el feminismo.

Su papel en pro de la videoinstalación no se queda atrás. En 1984 funda y dirige el Primer Festival de Vídeo de nuestro país en el Círculo de Bellas Artes de Madrid, donde participan artistas tan relevantes como Wolf Vostell, Dan Graham, Peter Weibel, Eugenia Balcells y Concha Jerez.

Dos años después, la videoinstalación Circuito cerrado, circuito infinito (1985) forma parte de la exposición Procesos: Cultura y Nuevas Tecnologías con la que se inaugura el Museo Nacional Centro de Arte Reina Sofía y donde comparte protagonismo con trabajos de Bill Viola o Mari Jo Lafontaine. A finales de los años 90 se la reconoce ya como una figura clave de este género y comienza un ciclo de cinco años como magíster en la prestigiosa International Summer Academy of Fine Arts Salzburg, impartiendo cursos sobre instalaciones.

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