Juan José Millás: "La felicidad absoluta solo se logra con la muerte"

  • "Esto en lo que estamos instalados no puede ser la realidad. Tiene que haber otro sitio", dice el autor que acaba de publicar la novela 'Que nadie duerma' (Alfaguara).
  • "El delirio es un intento de cura, y en todas las novelas que se precien hay mucho de delirio".
  • "La realidad es el resultado de un consenso; realidad es lo que decimos que es realidad".
J. J. Millás, durante la entrevista
J. J. Millás, durante la entrevista
ELENA BUENAVISTA
J. J. Millás, durante la entrevista

Escritor tardío: "Tenía más de 20 años cuando escribí la primera novela, yo no era de los que escribían con siete años", Juan José Millás nos adentra en el delirio y lo real en Que nadie duerma (Alfaguara).

No rehuye preguntas y piensa mucho las respuestas. No teme confesar el vértigo que le dio abandonar su despacho en Iberia para vivir de la literatura.

Dan ganas de ser taxista como la protagonista de la novela...

Las novelas que nos gustan nos influyen. No imagino cómo habría sido mi vida si no hubiera sido lector.

Pues otra.

Leer es tan importante que yo sería otro. La lectura cambia la vida. Y la historia de la humanidad sería distinta, ¿la imaginas sin la Divina Comedia y sin El Quijote? Y es una conquista la lectura.

¿Cómo de difícil diría que es?

Pues mucho. Miras la tele y no haces ningún esfuerzo, eres un sujeto pasivo, pero en la lectura, no. No te pones delante de un libro y no disfrutas desde el primer día. Has de conquistar.

¿Qué tiene de pájaro, del de su portada?

Tengo el perfil. Y el deseo. El pájaro es la libertad.

¿Qué es más difícil: la libertad o la felicidad?

Es difícil ser feliz si no se es libre, a menos que uno no tenga conciencia de que no es libre. La libertad es uno de los componentes esenciales de la felicidad inteligente, claro, no de la tonta. Y en la felicidad inteligente hay grandes dosis de amargura. La total solo se logra con la muerte.

¿Y la libertad?

La libertad también se logra solo con la muerte. Es como el deseo: siempre que conseguimos algo tenemos una pequeña depresión, porque no era lo que deseábamos y ponemos la mirada en otro sitio.El único deseo que nos colma absolutamente es la muerte, y hasta la muerte vamos de deseo en deseo.

El camino también sirve, ¿no?

Claro, el deseo es el motor de la vida. Nos movemos porque tenemos un horizonte. Por eso lo peor que se le puede hacer a un ser humano es quitarle el deseo. Eso es quitarle el futuro.

¿Nos pasamos la vida buscando maneras de continuar?

El ser humano está dominado por la pulsión de vida y por la pulsión de muerte y hasta que mueres va ganando la pulsión de vida.

¿Escribiría una novela sobre la realidad social y política actual?

No, me aburre mucho la novela totalmente realista.

Pero escribe para encontrar alguna puerta que le lleve a la realidad.

Sí, la escritura es la búsqueda de rendijas que te conduzcan a la realidad, porque esto en lo que estamos instalados no puede ser la realidad. Tiene que haber otro sitio.

¿Lo ha pensado siempre?

Ahora especialmente. Esto no puede ser verdad. Esto no puede ser real. Por eso buscamos rendijas a la realidad, que puede ser una realidad delirante. De hecho el delirio es un intento de cura.Y en todas las novelas que se precien hay mucho de delirio. Por eso toda novela escrita o leída es un intento de cura.

¿Qué es la realidad?

La realidad es el resultado de un consenso. Realidad es lo que decimos que es realidad. Pero al ser resultado de un consenso, ese consenso se puede cambiar y los que la buscan desesperadamente lo que buscan es un cambio de consenso porque este consenso no es bueno. De hecho es muy malo.

Y si hablamos de sueños: ¿entraba en los suyos vivir de la literatura?

No tenía ese deseo. Me había configurado como escritor que trabajaría de 8.00 a 15.00 h para escribir por las tardes. Y eso hice: una oposición para Iberia. Pero la vida me fue llevando, y yo me resistí mucho.

¿Cuánto?

Ya tenía más de 40 años, lo dejé en el 93. Tenía mucho miedo a no tener la garantía de un sueldo. Me daba vértigo y me gustaba el trabajo.

Pero se la jugó...

Sí, aunque tenía esas cosas que ya no existen, como contrato fijo. Pero pensé que quedarme era como negarme a crecer. Y algo cobarde, porque era una situación protectora pero también castradora.Tomé la decisión. Y fue la mejor decisión que tomé.

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