Sandra Uve: "Las niñas necesitan referentes femeninos que no sean personajes de Disney"

Sandra Uve, autora del libro 'Supermujeres, Supercientíficas'.
Sandra Uve, autora del libro 'Supermujeres, Supercientíficas'.
Sandra Uve/Lunwerg Editores
Sandra Uve, autora del libro 'Supermujeres, Supercientíficas'.

Sandra Uve quería crear un libro con referentes femeninos para niñas y, a la vez, visibilizar el trabajo de inventoras que, en muchas ocasiones, la historia ha dejado de lado.

De este afán nació Supermujeres, Superinventoras (Lunwerg Editores, 2018), un libro en el que cuenta los inventos (y sus dificultades) de 90 mujeres, aunque insiste en que el libro no es solo para niñas y que "cualquier personas de cualquier edad" puede leerlo. Aunque antes del libro, ha habido una exposición itinerante que se ha alargado este 2018 en las bibliotecas de Barcelona: "Super Women, Super Inventors", con 25 historias.

¿Por qué empezó a investigar sobre mujeres inventoras?

En 2015 me abrí la red Instagram y para poder publicar un artículo que me pareciera interesante me planteé esta idea. Había visto diariamente y durante meses que me llegaban historias de chicas que había inventado algo relevante a través de un doodle, un artículo perdido de prensa... Eran historias muy inconclusas, como retazos. Piezas que estaban sin ensamblar. Por eso empecé a investigar, porque me parecieron interesantes. Y pensé que a estas chicas a mí no me las han enseñado en la escuela. Así que empecé a tirar del hilo y vi que había cientos y cientos de mujeres que habían cambiado la historia a través de una idea, un invento, un estudio científico y que no eran conocidas. Me di cuenta del gran vacío histórico y cultural que teníamos, es decir, que las escuelas nos han estado enseñando quienes son Einstein, Graham Bell, Tesla, Edison... pero nunca han nombrado a estas mujeres. A partir de ahí, como compromiso como mujer, como una obligación, empecé a investigar y cada día publicaba una chica en Instagram, hasta cerca de 60 mujeres.

Después no seguí porque tengo catalogadas cerca de 3.000 y me pregunté qué podía hacer con tantas chicas que nadie conoce. Entonces le propuse a la Diputación de Barcelona hacer una exposición de 25 de ellas, este número solo atiende a la necesidad de espacio. Escogimos las primeras 25 y, aunque la exposición era para 2017, se ha ampliado hasta 2018. Es una itinerancia dentro de la provincia de Barcelona, en todas las bibliotecas. El espacio que se ha escogido para la exposición, las bibliotecas, me gusta mucho ya que es un espacio ahora muy destinado al público infantil. Con lo cual muchos niños y niñas están descubriendo este mundo de las inventoras a través de las bibliotecas.

Después amplié el proyecto para el libro, el proyecto le encantó a Lunwerg desde el principio y para el libro sí que he tenido que hacer una investigación aún más profunda porque los textos de la biblioteca son un poquito más cortos que los del libro. Y, además, las chicas que salen en la exposición no son las mismas del libro, aunque alguna sí. Para el libro, de las 3.000 que tenía, he tenido que hacer una selección bastante depurada. En la que, además de inventos relevantes, también me interesaba sacar a mujeres cuya lucha es relevante.

Hipatia de Alejandría, era una eminencia en álgebra, una gran filósofa y mejoró el astrolabio.
Hipatia de Alejandría, era una eminencia en álgebra, una gran filósofa y mejoró el astrolabio.

En el libro se ve eso, que además muchas de ellas también luchaban por los derechos de las mujeres

Claro, Hipatia de Alejandría no creó grandes inventos relevantes. Sí, es verdad, mejoró los astrolabios, era una eminencia en álgebra y una gran filósofa, y enseñó a mucha gente. Ella es relevante de por sí. No fue una inventora tampoco muy relevante, pero la manera en la que luchó por defender sus ideas sí lo era. La premisa del libro era que fueran inventoras, es decir, que tuvieran una patente, aunque muchas de ellas no se ha podido conseguir porque o se han quemado los archivos o no existía su nombre, etc. Pero la premisa era que fueran inventoras y que esta mezcla, de forma global, diera a entender que lo más importante es que si tienes una idea y crees en ella, sea un invento o no, la lleves adelante con lucha y fuerza porque si te lo propones puedes conseguirlo todo. Esta es la idea del libro: juntar mujeres que han tenido absolutamente todo en contra y, a pesar de ello, lo han conseguido.

¿Cree que se deberían enseñar a estas mujeres en la escuela?

Sí, totalmente. La educación tiene que cambiar ya. Esta reivindicación de género que tenemos todos está bien, pero personalmente creo que la educación es la base para solucionar nuestros problemas. Yo, desde mi pequeño mundo, mi aportación es que en las escuelas se intente cambiar esto ya, es decir, que las conozcamos, tal y como conocemos a Edison y a todos los demás, que se enseñe quienes son todas estas mujeres. Porque realmente en nuestro día a día estamos rodeados de cosas que ellas inventaron y que desconocemos. Y, sobre todo, también, porque las niñas en las escuelas necesitan referentes femeninos. Muchas niñas no conocen la historia de las científicas, pero si tú les dices que tal chica con 12 años se le ocurrió esto, entonces ella tendrá un referente y, al fin y al cabo, funcionan con ello. Las niñas tienen un referente femenino en Frozen porque ven Disney, no podemos seguir con estas historias de princesas, de sueños imposibles y utopías. Las niñas tienen que saber cuál es la realidad y esta es que si estudian (ciencia) pueden conseguir muchas más cosas de las que creen. Sobre todo, su libertad física e intelectual.

Entonces, las niñas necesitan referentes femeninos

Sí. Lo importante es que las niñas vean desde sus casa, ya que el trabajo se tiene que hacer desde casa y las escuelas, que la mujer no cumple esa estadística que salió en noviembre de que el 44% de los europeos cree que el papel de la mujer es dedicarse al hogar y a la familia. No es así y no es correcto. Las niñas tienen que ver que la mujer tiene una alta capacidad para crear y, sobre todo, para formarse hasta el final. La ciencia es un concepto tan vasto... Las niñas tienen que entender que a través de la ciencia pueden conseguir muchísimas cosas. No hace falta ser ni física ni química, es que pueden ser ingenieras. Hay mil disciplinas que surgen de la ciencia. Tienen que tener ese ejemplo de que una mujer no está destinada a estar en casa y cuidar de la familia, que también es muy loable para quien quiera hacerlo, pero tienen que tener estos referentes porque no puede ser que desde un principio se tiren toda la infancia viendo películas imposibles de niñas princesas que lo tienen todo hecho. Van a crecer con unos ejemplos que no son reales.

Los ejemplos reales son los de las mujeres trabajadoras, las que se forman. La formación es necesaria y ellas tienen que educarse en la escuela sabiendo que muchas mujeres lo han hecho así y lo han conseguido. Es la única manera de que estas niñas crezcan seguras de sí mismas y sabiendo que pueden hacerlo. Porque también hay que barrer con esas inseguridad que ahora mismo tienen esas criaturas, que a partir de los seis años se sienten inferiores a los hombres.

¿Qué es lo que más le ha sorprendido mientras investigaba?

Muchas chicas de este libro, del siglo XVIII, XIX o principios del siglo XX, son mujeres que carecían de derechos civiles, políticos o, incluso, de la educación: no podían comprar ni vender, tener propiedades, heredar, no participaban en la vida política ni podían opinar públicamente, no votaban ni podían ser elegidas... Mucho menos registrar una patente.

Lo que más me ha sorprendido es que todas estas mujeres, aún estando en esa situación, sacaron su idea adelante, la llevaron a cabo y acabó funcionando. Es más, todas estas chicas crecieron en un entorno en el que lo máximo para una mujer era casarse, tener una familia y cuidar de los hijos. Y tenían muchos niños, además. Yo tengo una y no tengo tiempo para nada, imagínate tener cuatro o cinco y dedicarle tiempo, además, a crear un invento. Según iba investigando más sobre ellas, las iba viendo más como supermujeres, que de ahí sale el título, porque parecen superheroínas. ¿De dónde sacaban el tiempo? Se dedicaban al hogar (que no era un piso de 30 metros sino casas bastante grandes) y a la familia, con muchos niños a los que cuidar. Pues aún así desarrollaban artefactos de ingeniería complicadísima hasta que funcionaban y, al final, incluso conseguían tener la patente de ese invento. Hay muchos ejemplos característicos de esta lucha.

Se me ocurre Martha Coston, que inventó las bengalas de señales marítimas. Su historia es bastante peculiar: se enamoró con 14 años y se casó con 19 del chico del que estaba enamorada, lo cual en la época ya era atípico. Además, los dos eran inventores. Eran un parejón del tipo de Pierre y Marie Curie, se llevaban genial. Empiezan a hacer inventos, tienen cuatro hijos y estan super felices. Y, de repente, la tragedia se instala en su casa: su marido muere; dos de sus hijos y su madre también. Esta chica, en lugar de hundirse en la miseria, sigue el dicho de Platón: "La necesidad es la madre de la invención". Ella desarrolla uno de los inventos que había hecho con su marido: las bengalas de señales marítimas. Y se salva a sí misma y logra salvarse económicamente porque todavía le quedaban dos hijos. Gracias al invento ganó dinero y, sobre todo, logró mantenerse en pie...

Descubres a todas estas Marthas Costons, que hay un montón, y lo único que piensas es 'si ellas pudieron, yo también puedo, es evidente de que lo que tengo que hacer es trabajar muchísimo'. Es agotador tener que luchar y defender todo el tiempo lo que quieres y lo que necesitas, la vida es así.

Hay un porcentaje, más curioso que otra cosa, de mujeres que desarrollaron muchísimos inventos domésticos, para quitarse trabajo a ellas mismas y a las demás, así podían mejorar sus vidas. También está la inventora del sujetador... Muchas chicas interesantes, la verdad.

Ada Lovelace, primera programadora de ordenadores.
Ada Lovelace, primera programadora de ordenadores.

¿Cuál cree que es el invento más importante hecho por una mujer?

Es difícil. Para mí son las doctoras del libro porque salvan vidas. Destacaría el trabajo que hace Pilar Mateo que es una doctora valenciana que le ha declarado la guerra a un montón de bichos que transmiten el chagas, la malaria... Creó el Inesfly que es un insecticida en forma de pintura, lo que hace ella es ir dando brochazos de casa en casa en poblados infectados por chagas y ha conseguido que deje de transmitirse y ha salvado miles de vidas. Su siguiente frente es la malaria.

También destacaría la labor de Gertrude B. Elion, que fue una doctora y farmacóloga que desarrolló la primera vacuna contra la leucemia y un medicamento intravenoso para tratar el cáncer (nelabarina). Ha desarrollado los primeros fármacos retrovirales contra el sida y unos agentes inmunosupresores que se utilizan en los trasplantes de órganos. Ella tiene las patentes del alopurinol contra la gota, pirimetamina para la malaria, trimetoprim contra la meningitis bacteriana y el aciclovir para el herpes. Esta mujer es como un hada.

Me quedaría con Gertrude B. Elion o Pilar Mateo, pero las ingenieras informáticas también están muy bien como Ada Lovelace, primera programadora informática; Radia Perlman, la madre de internet (aunque no le gusta que la llamen así) o Hedy Lamarr, inventora del wifi.

Sobre las inventoras españolas, ¿te costó mucho encontrar información sobre ellas?

No, las inventoras españolas fueron las más fáciles porque, no hay tantas y las que hay, sobre todo, son contemporáneas, pero las pocas que había la Oficina Española de Patentes y Marcas (OEPM) les había dedicado una exposición hace años. Entonces en internet enseguida di con el archivo de la OEPM y desde la editorial, Ludwerg, se pusieron en contacto con ellos y les pedimos que nos enviaran los archivos en alta resolución de las patentes de las mujeres.

En general, lo complicado ha sido encontrar la información, que ha estado enterrada (a propósito) en la historia para que no se las conozca. Así que internet me ha ayudado mucho, aunque es un arma de doble filo: puede estar la información, pero hay que contrastarla porque puede ser errónea. Gracias a internet y que se han digitalizado muchísimos documentos que solo estaban en papel hasta ahora inaccesibles he podido llegar a archivos históricos de un pueblecito de Oregón. Si sabes buscar bien, internet es muy poderoso.

Me he puesto en contacto con algunas familias para hablar preguntarles sobre sus antepasadas inventoras y me han facilitado la información. El trabajo de investigación ha sido laborioso pero reconfortante. Al final, es como si hubiera un puzzle completamente en negro y hubiera ido encontrando las piezas poco a poco. Y una vez acabado el puzzle, si lo miras desde fuera es como si estuvieran los rostros de todas ellas encajadas, iluminadas, bien... Como si, por fin, las hubiera puesto en el lugar de la historia que se merecen.

¿Cree que hay que reivindicar el papel de la mujer en la ciencia?

Sí, totalmente. Hay un montón de científicas españolas que se merecen ya el reconocimiento y aún no lo han tenido. Hay un montón de ellas que trabajan más fuera que dentro de España, muy relacionado con la fuga de cerebros que hay ahora mismo y que hay que reivindicar porque hay mucho talento en nuestro país y no podemos dejar que se vayan por falta de ayudas, derechos y un montón de cosas.

Para mí es esencial que este libro se pudiera enseñar en escuelas, que niños y niñas pudieran conocer el papel de la mujer en la ciencia y sus inventos, que al final es lo importante . Todos, niños y niñas, porque la base de mejorar nuestra educación es para todos.

Decía que tiene más de 3.000 mujeres clasificadas, ¿se plantea hacer otro libro con más inventoras?

A veces me lo planteo...Se han quedado tantas y tan importantes fuera que estoy deseando poder hacer otro libro. Pero no depende de mí, a mí no me importaría dedicar mi vida a escribir sobre ellas porque no solo me enseñan cuando descubro sus vidas e inventos, sino que me permiten darles voz y crédito en la historia. Por mí haría libros y libros... Creo que si me convirtiera en la escritora de las inventoras tendría trabajo para toda la vida (risas).

¿Para quién es este libro?

Para personas de entre 7 y 107 años (risas). Cualquiera puede leerlo. Sea niño o niña, padre o madre, docentes, abuelos y abuelas... Para leerlo con los peques o con la mujer en la cama. Puede leerlo todo el mundo porque está escrito para eso.

El libro es un chute de motivación para quien lo lee, ¿es lo que pretendía?

Sí, esa era la idea, es un libro muy positivo. Quería un libro que diera ganas, que motivara creativamente. He evitado la nostalgia y me ha costado mucho, sobre todo en la introducción, que es muy sensiblera, pero es que ya no podía con toda la emoción. El libro quería que fuera divertido, positivo y muy suelto. Quería que fuera como un caramelo que poner en la boca de alguien y si quiere saber más, que investigue sobre ella.

¿Has tenido que investigar mucho?

Para la exposición no hizo falta investigar en profundidad, eran 25 de las 60 que ya había publicado en mi instagram con textos muy cortitos. Pero para el libro quería que toda la información fuera veraz, me costara lo que me costara. No es sencillo porque no te puedes fiar de lo que dice internet, mucha información está mal. Un ejemplo, el invento de Anna Connelly no son las escaleras de incendios, como dice internet. Connelly es la inventora de un puente que pasa de un edificio a otro, es decir, ella fue la precursora de las escaleras de incendios, sí, pero no las inventó. Y cosas de este estilo en internet hay muchas. Y el trabajo los últimos meses ha sido para asegurarme de que todo estuviera bien y contrastado.

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