Caixafórum muestra fotos de 23 Nobel de Literatura "fuera del pedestal"

  • Un total de 96 instantáneas en blanco y negro retratan a los galardoandos en la intimidad.
  • Kim Manresa, autor de las imágenes, y el periodista Xavi Ayén logran mostrar a los protagonistas corriendo, comprando, charlando con amigos, riendo o llorando.
La escritora Nadine Goldimer, ganadora del Premio Nobel de literatura en 1991, retratada por Kim Manresa durante una entrevista con el periodista Xavi Ayén
La escritora Nadine Goldimer, ganadora del Premio Nobel de literatura en 1991, retratada por Kim Manresa durante una entrevista con el periodista Xavi Ayén
KIM MANRESA (CAIXAFÓRUM)
La escritora Nadine Goldimer, ganadora del Premio Nobel de literatura en 1991, retratada por Kim Manresa durante una entrevista con el periodista Xavi Ayén

Caixafórum reúne desde este lunes en Barcelona 96 fotografías de 23 premios Nobel de Literatura realizadas por el fotógrafo Kim Manresa para la serie de entrevistas que desde 2005 ha hecho el periodista catalán Xavi Ayén, con las que querían "bajar a los Nobel del pedestal".

Bajo el título Paseos de Nobel, se reúnen en la exposición este centenar de fotografías, todas en blanco y negro, en las que aparecen los 23 galardonados, a los que Ayén y Manresa visitaron en sus lugares de residencia o en sitios que son escenarios de sus obras de ficción en una suerte de vuelta al mundo literaria.

Las imágenes muestran a los Nobel en acción, moviéndose, escribiendo, andando, corriendo, comprando, comiendo, charlando con amigos, actuando sobre un escenario, en ocasiones riendo o llorando y, muy a menudo, fundiéndose con un paisaje que sus obras han hecho universal.

En muchos casos, los premiados abren las puertas de su casa a los visitantes y comparten una intimidad que, por lo general, suele quedar fuera del encuadre, como cuando Doris Lessing o Naguib Mahfuz aparecen en bata o Mario Vargas Llosa en chándal.

Entre esa veintena, ha dicho este lunes Ayén, hay una docena de autores cuya obra sirvió para estimular cambios sociales, como sucedió con Herta Müller en la Rumanía de Ceaucescu, Wislawa Szymborska en Polonia o José Saramago con su compromiso ético. "Once ya están muertos, por lo que esta serie es irrepetible", repone el periodista.

Para Kim Manresa, fotógrafo de guerra y de temas sociales, la experiencia con los Nobel fue un cambio en su trayectoria y la única condición que puso fue "que no fueran posados en estudio, sino que los retratos se hicieran durante paseos o en acción en sus ambientes más íntimos. Lo único que me pedían es que yo fuera el fotógrafo invisible".

Uno de los escritores más colaboradores fue Kenzaburo Oe en Tokio, que se hizo fotos con su hijo discapacitado, juntos vieron un programa televisivo en español y luego les acompañó en un paseo por los templos y bares de sake.

"El popular licor japonés les llevó con alegría al metro de Tokio, que no cogía desde su época de estudiante", recuerda Ayén, que publicó estas entrevistas en el dominical de La Vanguardia.

Una convivencia retratada

Con algunos autores la convivencia fue "más allá de esos escasos momentos que dedican a la prensa durante la promoción de sus obras", como cuando pudieron visitar a Mario Vargas Llosa en su casa de Madrid, en la de Lima o corriendo por el limeño malecón de Miraflores.

Con Wole Soyinka Manresa y Ayén fueron a su aldea natal, y allí, en medio de un conflicto de guerrillas, fue el propio autor de La muerte y el caballero del rey quien puso dos guardaespaldas a ambos reporteros.

La entrevista más difícil de conseguir fue la del colombiano Gabriel García Márquez, que los recibió en su casa de México, adonde se colaron como "mensajeros" de la agente literaria Carmen Balcells.

Llevaba 20 años sin dar entrevistas y accedió a hablar con los periodistas pero no quiso pasear. Sin embargo, la cámara de Manresa captó detalles domésticos como regalos de Bill Clinton o de Felipe González".

Si García Márquez no quiso pasear para no ser asaltado literalmente por sus seguidores, con el turco Orhan Pamuk les sorprendió que, recorriendo las calles de su barrio de Estambul, "nadie le paraba ni le decía nada", apunta Ayén.

Otros Nobel se resistieron a las fotos, como la sudafricana Nadine Gordimer, quien al final acompañó a los dos reporteros a la prisión donde había estado Nelson Mandela y a la celda donde le iba a ver; o Toni Morrison, quien no quiso hacerse instantáneas porque no había ido a la peluquería y Manresa tuvo que volver tres semanas después al campus de Princeton para rematar la faena gráfica.

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