Los guardias civiles de Alsasua describen un "calvario" de golpes y declaran que temieron por sus vidas

Juicio a los ocho acusados de agredir a dos guardias civiles y sus parejas en octubre de 2016.
Juicio a los ocho acusados de agredir a dos guardias civiles y sus parejas en octubre de 2016.
EFE/Fernando Villar
Juicio a los ocho acusados de agredir a dos guardias civiles y sus parejas en octubre de 2016.

Los dos guardias civiles que fueron agredidos en octubre de 2016 en un bar de Alsasua (Navarra) por un grupo de jóvenes han declarado en el juicio que recibieron multitud de "golpes, puñetazos y patadas", que nadie les ayudó y que llegaron a temer por sus vidas. Así lo han explicado los agentes un día después de que los ocho acusados en el proceso negaran su participación en los hechos.

El primero en contestar a las preguntas de fiscalía, Abogacía, acusaciones y defensas ha sido el teniente. Ha explicado que el clima que se vivía en el pueblo antes del día de los hechos era "peculiar" y ha descrito las continuas acciones "violentas" de los grupos Ospa y Alde Hemendiak -"pintadas, manifestaciones, pancartas"-, con los que ha vinculado a gran parte de los acusados.

El agente ha asegurado que hasta el momento de la "paliza" se produjo una "escalada" y que estos jóvenes se dedicaban a "señalar" e "intimidar" a los vecinos que entablaban relación con la Guardia Civil. Tras la agresión, que ha descrito como un "calvario" de minutos, estuvo de baja ocho meses por una fractura de tobillo y abandonó el pueblo, en el que apenas llevaba un año trabajando cuando sucedió todo.

Además, ha explicado la delicada situación en la que quedó su novia, María José, nacida en Alsasua, cuando empezaron a salir juntos, ya que cree que muchas personas "la consideraron una traidora" desde ese momento. Uno de los acusados a los que ha señalado este martes con más claridad como agresor desde el primer momento ha sido Jokin Unamuno, al que ya conocía de otras ocasiones.

También lo ha hecho el segundo testigo, el sargento; de hecho, lo ha acusado de ser "sin lugar a duda" el que lo empezó todo. Ambos testigos han negado que Unamuno les reprochara unas multas justo antes del enfrentamiento, tal y como declaró el acusado. Los dos consideran, en todo caso, que el ataque fue "premeditado" y que "desde el minuto uno" todos sabían que ellos eran guardias civiles.

El sargento y su pareja todavía residen en Alsasua sometidos, ha dicho ella, "a un juicio de valor en el que te sientes la agresora en vez de la víctima". "Vivimos constantemente pidiendo perdón y dando explicaciones", ha resumido la mujer.

Los agentes han descrito insultos como "hijo de puta y txakurra" o amenazas como "Esto es lo que vais a tener cada vez que bajéis del cuartel", y han contradicho testimonios de los presuntos agresores: tres de ellos aseguraron el lunes que no pisaron aquel día el bar Koxka y solo dos admitieron choques "verbales", pero los agentes han implicado a siete en total en la agresión. A la octava le atribuyen amenazas.

"Esa sensación de odio y rencor que tenían contra nosotros por ser guardias civiles no la había sentido nunca", ha dicho el sargento, que continúa destinado en la localidad navarra. Asegura que no tiene casi vida allí. Tras los agentes han declarado sus parejas, que han corroborado lo dicho por los guardias civiles. María José, novia del teniente, ha revelado que tuvo que abandonar su pueblo y que sus secuelas han sido tan grandes que intentó suicidarse.

Los acusados se enfrentan a penas de entre 12 y 62 años de prisión por amenazas y lesiones terroristas.

Minuto a minuto

Concluimos aquí el relato de la jornada. El juicio se prolongará hasta finales de la semana que viene. Gracias por seguirnos.
Preguntan algunas defensas. La joven ratifica que fue agredida "directamente" y "con la superioridad de la fuerza de un hombre sobre una mujer".  Declara que recibió golpes en espalda, brazos, piernas y abdomen bajo y que además la agarraron por el cuello. Ha pedido un receso de diez minutos para descansar.

Maria José explica que pensó en suicidarse. En su pueblo no ha encontrado solidaridad, añade, y aquellos que se han solidarizado con ella lo han hecho "en la intimidad". Insiste en que está segura "al 100%" de las agresiones de aquellas personas a las que ha acusado.
La testigo cuenta que a partir de ese día aparecen pancartas en su casa y en el bar de sus padres, les rajan las ruedas del coche, etc. "Se me quedó grabada una pancarta que ponía 'el pueblo no perdona'", explica. Relata que sus amigos le han dejado de hablar y que ha rehecho su vida en otra ciudad. Tiene secuelas psicológicas.
La testigo cuenta que le diagnosticaron taquicardias y contusiones. Un día después, volvió al hospital porque tenía una tendinitis. La agresión se produjo "exclusivamente" porque eran guardias civiles y sus parejas, añade.
María José ha dicho que le da "miedo" volver a su pueblo, aunque va a visitar a sus padres. Explica que cuando empezó a salir con el agente le advirtieron de que tuviera cuidado y que vigilara dónde se metía.
La testigo confirma varias veces que Adur Ramírez estuvo en el bar y participó en la agresión, a pesar de que él negó que hubiera estado en el bar y afirmó que se enteró de todo al día siguiente. A la única que no vio fue a la chica acusada. Ya no ha vuelto a vivir en Alsasua: "Yo desde aquel día perdí mi vida, perdí mi hogar".

Ella ya conocía a todos los presuntos agresores, algunos solo de vista, porque son del pueblo. Le preguntan por Jokin Unamuno: "Por él empezó la agresión, por él estamos hoy aquí en esta sala".
"Se nos insulta desde el primer momento", dice la testigo, "hijos de puta, picoletos, esto os pasa por venir"; "y nadie es capaz de prestarnos auxilio, no entiendo que hoy pueda pasar esto". Dice que temió por su integridad física y por la vida de su novio. No puede confirmar que les grabaran con móviles.
"Recuerdo el odio y la saña con la que le daban a Óscar en la cabeza", explica la pareja del guardia civil. Corrobora que Jokin Unamuno entró en el bar y se encaró con el sargento antes de la pelea. La joven relata que intentó proteger a su novio de los golpes a toda costa y que fue agredida.
Tras un receso para comer, se reanuda el juicio con la declaración de las parejas de los agentes. También fueron agredidas. Comienza María José, novia del teniente.
"¿El ambiente es el mismo ahora?", han preguntado los letrados de la acusación al sargento, quien ha respondido que un mes después de los hechos seguía ese clima de "hostilidad" hacia sus compañeros y que muchos de ellos se han tenido que desapuntar de un gimnasio de Alsasua.
El sargento también ha comentado durante su intervención en el juicio cómo ha cambiado la vida de su pareja, y la ha resumido así: "La vida de mi mujer ahora es inexistente". De acuerdo con su testimonio, Pilar se limita a estar en la casa-cuartel con las mujeres de los otros guardias civiles e ir a hacer la compra una vez a la semana a un supermercado. También evitan ir al médico en Alsasua y, cuando tienen que acudir a la consulta, lo hacen en un pueblo cercano.
Sargento: "Estoy acostumbrado a situaciones violentas, de estrés, por mi trabajo, pero esa situación nunca la he vivido. Temí por mi vida porque estábamos en inferioridad. Tuve que rodar para no quedarme quieto en el suelo y que no me destrozaran ahí".
Continúan las acusaciones. El sargento relata que acaba de ser padre y que cuando iban al médico procuraban ir a otro pueblo. El testimonio va más rápido que el del teniente. Interrogan ahora las defensas.
El sargento sigue destinado en Alsasua. Dice que en los días posteriores a los hechos, el clima de hostilidad contra sus compañeros seguía. Termina el fiscal y sigue la Abogacía. La vida que hace actualmente es "mínima", cuenta el acusado. Tiene que estar dos años en Alsasua para solicitar otro destino y aún no puede hacerlo.
El sargento ha implicado en la agresión a acusados que ayer dijeron que ni si quiera estuvieron en el bar, como Iñaki Abad. Sobre la única chica acusada, Ainara Urquijo, ha dicho que profirió amenazas -"Esto es lo que vais a tener cada vez que bajéis del cuartel"-, pero que no vio que agrediera a nadie.
El sargento dice "sin lugar a duda" que Unamuno lo empezó todo. Confirma que identificó a varios de los acusados durante las ruedas de reconocimiento. Por ejemplo, de Ohian Arnanz dice que pegaba con habilidad, como si supiera "artes marciales".
Asegura que un grupo de jóvenes sacó del coche a Unamuno y la policía tuvo que volver a detenerlo. Los antidisturbios tardaron en llegar. El sargento opina que lo que ocurrió no fue casual, "estuvo un poquito premeditado".
El sargento identifica a Jokin Unamuno como el joven de la boina que lo increpó dentro del bar; fue detenido en el momento porque él lo identificó ante la policía. Niega que lo hubiera multado previamente. Confirma que había "bastantes móviles grabando".
Cuando llegó la policía foral, pararon, pero no los insultos. Les gritaban: "Hijo de puta, txakurra, esto es lo que vais a tener". El sargento también dice que temió por su vida y que "esa sensación de odio y rencor" que tenían contra ellos por ser guardias civiles "no la había sentido nunca".
"Me golpeaban en la cabeza, en la nuca, en la espalda... patadas", declara. El sargento insiste en que nadie les ayudó durante la agresión, solo el camarero del bar les ofreció una chaqueta al final.

"Salí y vi cómo el teniente estaba siendo vapuleado por varias personas", explica el sargento, que tiró "de su brazo" para sacarlo. A su novia, Pilar, también la agredieron, añade. Cuando salieron a la calle, hubo más agresiones. Cuando al teniente le falló la pierna, él intentó ayudarlo, pero no le dejaron y lo "lanzaron" a la calzada.
El sargento recuerda la cara del joven, en "actitud agresiva y vociferando". El teniente y su novia mediaron. Decidieron irse y entonces empezaron "manos y patadas contra nosotros", relata. Dice que las personas que les golpeaban eran entre 5 y 8 y que al final se acercó incluso gente "del bar de enfrente".
Vuelve a relatar lo que ocurrió el día de los hechos. Explica las miradas que recibieron en el bar Koxka y que en un momento dado entró un joven con una boina que le increpó. El joven, dice, estuvo también en las inmediaciones de la iglesia de los Capuchinos el dia de la fiesta nacional.
Comienza a declarar el sargento. Dice que era consciente del pueblo al que iba destinado y que recibió advertencias. "Mis compañeros me advirtieron de que tuviera cuidado con mi vida fuera de servicio", explica. Dice que también le avisaron de los bares en los que se juntaban "los jóvenes abertzales".
Receso de diez minutos.
Termina la declaración. La presidenta del tribunal le dice al teniente que no comente "nada" de lo que ha dicho con los demás testigos, es decir, el sargento y las parejas de ambos. Un abogado pregunta cómo se impedirá, y la presidenta del tribunal dice que los testigos han cambiado de sala, pero que no puede garantizarlo.
Una de las abogadas le pregunta por el clima en Alsasua anterior a la agresión. Él repite que era "peculiar". La abogada le pide que explique el término y él refiere que el clima "violento se hizo evidente cuando se decidieron" a darles "la paliza" y que lo que hubo fue una "escalada". Comenta que antes había "resistencia pasiva" y actos "violentos" como "pintadas, manifestaciones, pancartas" y otros.
En total, le pueden preguntar ocho defensas. El teniente no recuerda horas y días exactos y se remite continuamente a las diligencias y las declaraciones más cercanas al día de los hechos. Después declararán el sargento que lo acompañaba aquel día y las novias de ambos, que también estaban.
Continúan las defensas. Se centran en preguntarle por detalles del día concreto, las identificaciones de los acusados, etc. Durante su declaración, el teniente ha señalado que para él y los que le acompañaban ese día "fue una eternidad sufrir aquello, pero duraría minutos", lo ha tildado de "calvario terrible".
Preguntan el abogado de COVITE y otras partes. También le hacen preguntas las defensas de los acusados. Una de las abogadas intenta poner en evidencia que el agente no recuerda bien lo que le dijo Jokin Unamuno el día de los hechos y tampoco en qué actos lo identificó. También le recuerda dos declaraciones previas que ha prestado.
El teniente dice que "en privado" hay gente del pueblo que sí se ha solidarizado con él, incluso "seis u ocho vecinos" fueron a verlo al hospital.

El agente no recuerda que Jokin Unamuno le dijera nada sobre multas el día de la agresión. "Creo que eso es falso". Opina, asimismo, que los supuestos atacantes estaban coordinados previamente para lo que llama "linchamiento".
Van preguntando ahora las acusaciones. El teniente cuenta que su novia, que es de Alsasua, nunca tuvo problemas en el pueblo y que no tenía vinculaciones previas con la Guardia Civil. Su relación era conocida, "estoy seguro de que muchos la consideraron una traidora".
Pregunta la Abogacía el Estado. Le pregunta por su convalecencia. Ha estado de baja ocho meses. Explica que decidio abandonar Alsasua porque consideró que, tras lo ocurrido, su presencia iba a ser "un lastre".
El agente niega que provocara a nadie aquella noche. De los agresores dice que "seguro que habrían bebido, pero eran plenamente conscientes de lo que estaban haciendo".
Al sargento le operaron del tobillo y se insertaron ocho tornillos y una placa de metal. Cuenta que tras los hechos volvió a Alsasua, pero para hacer su mudanza y despedida. También visitó a amigos y compañeros, pero cuando va no sale al pueblo "por tranquilidad", cuenta. Cree que se ha perdido el acercamiento de la Guardia Civil con el pueblo.
Va identificando a varios de los acusados: Jokin Unamuno, Ohian Arnanz, Jon Ander Cob, Adur Ramírez, etc. Dice que Adur llevaba una camiseta roja, algo que el acusado negó ayer. Dice que no vio participar en la agresión a Aratz Urrizola, Iñaki Abad y Ainara Urquijo. Pero, por ejemplo, a ella la sitúa dentro del bar, aunque ella lo negó ayer.
En los reconocimientos fotográficos posteriores identificó a varias personas, así como en las ruedas de reconocimiento en los sótanos de la Audiencia Nacional. Se ratifica en ellos. Identifica concretamene a Jokin Unamuno como uno de los que le pegó. Habla de "pelea", pero reconoce que no se enfrentó a ellos.
"¿Temió por su vida?"; "Sí". El agente dice que "desde el minuto uno sabían que era guardia civil" y recuerda que Unamuno le dijo que "su abuelo" también lo fue. Una ambulancia fue a buscarlo y lo llevaron a un centro de salud y luego a un hospital de Pamplona.
Cayó al suelo y dice que recuerda poco más. Asegura que en el bar los rodearon unas 15 o 20 personas, "y en el pasillo otras 20". Cuando llegó una pareja de la policía foral, la agresión paró, explica el agente, que dice que "nadie" intentó ayudarles.
Unamuno se encaro con ambos, añade. "Empieza el jaleo, hay empujones, la chica que iba con Jokin empuja a Mari Jose", afirma. El teniente cuenta cómo les rodearon y les empezaron a pegar "golpes en la espalda y en la cabeza". Decidieron salir del bar, pero en la puerta -"el lugar más iluminado"- vio a Adur (otro acusado) y a otro joven "darnos puñetazos al sargento, a mi y a Mari Jose".
"Quería entablar una discusión", dice. El teniente explica que se zafó de él, pero que después les lanzaron "un chupito vacío", aunque no le dio importancia. "Entonces veo entrar a Jokin Unamuno acompañado por varias personas y viene directamente al grupo, hacia nosotros", relata. Según su testimonio, Unamuno se acercó mucho al sargento.
"Nos pusimos cerca de la barra, pedimos cuatro consumiciones, había un buen ambiente", cuenta, pero añade que notó que le miraban, "saben que estás ahí, pero eso pasa siempre". El teniente dice que fue al baño y al salir se encontró con un joven que le preguntó si era "madero".
El teniente declara que era cliente habitual del bar Koxka. Niega que sea un bar "de tipo abertzale", como le ha preguntado el fiscal. Llegaron sobre las 2.30 h.
Entramos en el día de los hechos: 15 de octubre de 2016. El teniente explica que el sargento con el que salió llevaba solo dos semanas en Alsasua. Cenaron en el bar de los padres de la novia del teniente (María José) y luego fueron a tomar una copa.
De nuevo, reconoce a Jokin Unamuno. Y dice que a varios de los acusados los ha visto varias veces en manifestaciones y protestas.
Señala a Jokin Unamuno, uno de los acusados, como "responsable del evento" a efectos de convocatoria. Relata varios episodios con personas de Alde Hemendik. Uno durante unas jornadas "para niños y mayores"; otro durante "la festividad del Pilar", día en el que se celebró la misa de los Capuchinos de la que se habló ayer.
El agente relata cómo vivía las acciones del movimiento Alde Hemendik en el pueblo: pintadas, concentraciones, etc. Y también los Ospa Eguna, con representaciones sobre la Guardia Civil, el rey... "Un año quemaron una falla sobre un carro de combate con banderas de España".
El teniente dice que sus compañeros veteranos le aconsejaron que fuera "con cuidado", que no saliera por el pueblo con su familia y que siempre fuera "acompañado".
"El clima con la población era peculiar", dice, "mi intención era poder conocerlos, que me conocieran a mi". El teniente cuenta que hizo amistades en el pueblo, pero añade que cuando llevaba uniforme el comportamiento de la gente era "distinto". Se sentía "observado" en algunos lugares.
Comienza a declarar el teniente. "Me quedaban días para el año destinado allí en Alsasua", explica. Gestionaba el personal del acuartelamiento y de la actividad que fuera surgiendo. Era el jefe.
La sesión se ha retrasado debido a posiciones encontradas sobre el testimonio de los denunciantes. La Sala ha acordado que no se emitan imágenes de ellos. Se ha colocado un biombo, aunque solo para las parejas de los guardias civiles, no para estos, a los que la sala sí puede ver. (Foto: EFE).

La sesión de hoy lleva ya 45 minutos de retraso.
La mujer ha dicho que el ambiente en Alsasua está "muy tenso" y "muy difícil" y ha mantenido que lo que ocurrió en el bar Koxka fue una agresión "por ser guardias civiles". Ha dicho, además, que los llamaron txakurras (perros) "y otras palabras mucho más fuertes", además de frases como "deberíais estar muertos por ser guardias".
Inmaculada Fuente, madre del teniente agredido, acaba de decir que los dos agentes acuden al juicio "tranquilos" y a "contar la verdad". "Cuando has vivido una situación y vienes a contar la realidad de lo que pasó, estás tranquilo, no tienes nada que inventarte", ha apostillado, informa EFE.
Ayer las familias de los acusados insistían en que estos "no son terroristas". Por su parte, la Asociación Unificada de Guardias Civiles (AUGC), personada como acusación particular, espera que la sentencia sirva de "contención" para aquellas personas que "pretendan continuar su campaña de hostigamiento contra los guardias civiles".
Entre los asistentes a esta segunda sesión se encuentran Consuelo Ordóñez y Mari Mar Blanco (víctimas) y Carlos Salvador (diputado UPN), según el diario Naiz.
Los guardias civiles y sus parejas están citados a las 10 horas en la sede de la Audiencia Nacional en San Fernando de Henares (Madrid) para someterse a las preguntas del Ministerio Fiscal, de las acusaciones y de las defensas.
En la primera sesión, los ocho jóvenes acusados de agredir a dos guardias civiles y sus parejas negaron haber participado en el ataque. El fiscal pide para ellos penas de entre 12 y 62 años de cárcel.
Buenos días. Hoy se celebra la segunda sesión del juicio por los incidentes ocurridos en Alsasua (Navarra) en octubre de 2016.
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