No todo vale para ser famoso: cuando las 'bromas' en YouTube acaban ante el juez

Imagen del 'youtuber' ReSet, en uno de sus vídeos.
Imagen del 'youtuber' ReSet, en uno de sus vídeos.
YOUTUBE / RESET
Imagen del 'youtuber' ReSet, en uno de sus vídeos.

Su nombre real es Kanghua Ren, pero es su pseudónimo, ReSet, el que le ha hecho famoso. El joven (20 años de edad) ya era un fenómeno en YouTube cuando una de sus 'bromas' traspasó los límites de su canal y acaparó titulares en medios de comunicación de todo el país: en enero de 2017 publicó un vídeo en el que daba a probar a un mendigo unas galletas Oreo que previamente había rellenado con pasta de dientes, tras regalarle a su víctima un billete de 20 euros.

Por entonces, el youtuber, en algunos de cuyos vídeos había llegado a maltratar animales (incluyendo descargas eléctricas a gatos), tenía más de un millón de seguidores. Según publicó este martes el diario El País, las miles de visitas que recibió su canal a raíz del episodio del mendigo (Gheorghe L., de 52 años, nacido en Rumanía) le permitieron embolsarse 2.180 euros en concepto de publicidad.

La 'broma', sin embargo, puede no quedar impune. En marzo del año pasado, la titular del juzgado de instrucción número 33 de Barcelona, ciudad donde ocurrieron los hechos, acordó la libertad bajo fianza de 2.000 euros para ReSet, quien había sido denunciado penalmente por la Guardia Urbana por humillar a Gheorghe L. La jueza también ordenó medidas cautelares, como la retirada del pasaporte (Kanhua Ren nació en China, pero vive en la Ciudad Condal con nacionalidad española), la prohibición de salir del territorio español y comparecencias regulares ante el juzgado.

Ahora, y según el sumario judicial del que informa asimismo El País, la fiscalía ha solicitado dos años de cárcel para el youtuber por un delito contra la integridad moral, así como el pago de una indemnización de 30.000 euros a Gheorghe L. por daños morales.

Captura del vídeo en el que el 'youtuber' ReSet ofrece una galleta rellena con dentífrico a una persona sin techo.
Captura del vídeo en el que el 'youtuber' ReSet ofrece una galleta rellena con dentífrico a una persona sin techo.

Mr. Granbomba y 'el caranchoa'

El caso de ReSet ha sido relacionado, inevitablemente, con otro de los incidentes más virales en el mundo de las bromas pesadas de YouTube: la bofetada que, en diciembre de 2016, le propinó al youtuber Sergio Soler, conocido como Mr. Granbomba, un repartidor al que Soler había llamado "caranchoa", todo ello, por supuesto, ante la cámara.

En junio del año pasado, la Audiencia de Alicante confirmó la multa de 30 euros impuesta por un juez al repartidor, pero desestimó el recurso de apelación presentado por el youtuber contra la sentencia dictada anteriormente por el Juzgado de Instrucción número 8 de Alicante.

En esa sentencia, el repartidor, Ricardo Osorio, había sido condenado como autor de un delito de lesiones leves, pero el juez rechazó que tuviera que indemnizar a Soler por la bofetada, al determinar que éste había asumido el "riesgo" de ser golpeado con su actitud provocadora, y que, además, se había lucrado con el vídeo. A juicio del magistrado, por otra parte, "no es en absoluto descabellado" que el repartidor pensara que no solo era objeto de una broma, sino que estaba sufriendo una maniobra de distracción para sustraerle la mercancía.

Captura de vídeo que muestra el momento anterior al bofetón que recibió el 'youtuber' Mr. Granbomba.
Captura de vídeo que muestra el momento anterior al bofetón que recibió el 'youtuber' Mr. Granbomba.

Abusos

Los de ReSet y Mr. Granbomba no son, desde luego, los únicos casos en los que las bromas pesadas que han proliferado al calor del fenomeno youtuber —a menudo una estrategia encaminada a conseguir más seguidores, que muchos youtubers critican y condenan— han dado lugar a situaciones en las que, con la excusa del humor, se estaban cometiendo delitos.

Sin salir de España, el youtuber Wilson Alfonso, de 24 años, subió en marzo de 2017 varios vídeos en los que besaba a chicas por las calles de Oviedo sin su consentimiento, con el pretexto de un truco de magia. Alfonso hacía creer a las víctimas que estaba grabando para un canal de YouTube vídeos de personas a las que hacía sus números, y luego les pedía que se prestaran a ello y cerraran los ojos para la ejecución del supuesto truco. Cuando las víctimas, confiadas, así lo hacían, éste aprovechaba para agarrarles la cara con ambas manos y besarlas por sorpresa en la boca.

Tras reconocer los hechos y mostrar su arrepentimiento, Alfonso fue condenado al pago de 1.890 euros de multa y a abonar a dos de las víctimas una indemnización de 500 euros a cada una (una tercera chica renunció a ser resarcida). Además, se acordó el decomiso del ordenador del acusado, la tarjeta gráfica y la cámara con la que había grabado los vídeos. Alfonso se enfrentaba a cuatro denuncias por abuso sexual, tres consumadas y una en tentativa. "Lo que era una broma para él es un delito para el resto de las personas", dijo su abogada.

Wilson Alfonso, el youtuber imputado por besar a chicas sin su consentimiento.
Wilson Alfonso, el youtuber imputado por besar a chicas sin su consentimiento.

Niños de por medio

Otro caso reciente ocurrió en EE UU, también el año pasado, cuando un juez de Carolina del Norte retiró la custodia de sus hijos a unos padres que se dedicaban, en su canal de YouTube —DaddyOFive, con casi 800.000 suscriptores—, a gastar 'bromas' a sus cinco hijos o hacer que los hermanos se las gastasen unos a otros, incluso en venganza, llegando a ridiculizarlos o a hacerles llorar. Google, empresa propietaria de YouTube, eliminó la publicidad del canal, los padres retiraron los vídeos más polémicos, y el número de suscriptores empezó a bajar.

La relativamente reciente explosión del fenómeno youtuber, en el que, como en la misma internet, cabe desde lo mejor hasta lo peor, parece haber multiplicado este tipo de situaciones, pero lo cierto es que uno de los precedentes más sonados se remonta a hace ya una década, cuando la famosa plataforma de vídeos apenas tenía tres años de existencia.

En 2008, el neoyorquino Anton Dunn, de 42 años y conocido como 'Trashman' (hombre basura), difundió en YouTube una serie de vídeos en los que aseguraba haber envenenado millones de frascos de alimento para bebés de una conocida marca. No era cierto, pero fue detenido igualmente, bajo la acusación de amenazar el comercio. Le sentenciaron a un año de cárcel.

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