El Museo del Prado enriquece su colección con tres "joyas"

  • La pinacoteca aumenta su colección con tres obras de Juan Bautista Maino, Luis Paret y Gregorio Forman.
  • Dos de las piezas han sido adquiridas por el Estado y la tercera por el museo.
Un visitante observa 'La Celestina y los enamorados', de Luis Paret, recientemente adquirida por el Museo del Prado.
Un visitante observa 'La Celestina y los enamorados', de Luis Paret, recientemente adquirida por el Museo del Prado.
EFE/ FERNANDO ALVARADO
Un visitante observa 'La Celestina y los enamorados', de Luis Paret, recientemente adquirida por el Museo del Prado.

El Museo de Prado ha decidido dar protagonismo a sus últimas adquisiciones y mostrarlas dos veces al año, una en primavera y otra en otoño. Así, en esta primera fase, y desde este lunes, se pueden ver tres joyas incorporadas a sus colecciones, dos adquiridas por el Estado y una por la pinacoteca.

El conjunto está formado por "tres obras excepcionales tanto por la materia del soporte como por la técnica utilizada", según José Manuel Matilla, jefe del Departamento de Dibujos y Estampas del Museo del Prado.

La primera de las piezas, que se exhiben en el edificio Villanueva, es San Juan Bautista en un paisaje, "una pequeña joyita", un óleo sobre cobre con baño de plata, de Juan Bautista Maino (1581-1649), adquirido por el Estado en 2017 por 375.000 euros.

Una obra de pequeñas dimensiones, alrededor 20x12 centímetros, según ha explicado hoy durante la presentación Leticia Ruiz, jefa del Departamento de Pintura Española del Renacimiento. Se trata de una muestra de una piezas muy sofisticadas y requeridas por coleccionistas italianos de la primera mitad del siglo XVII, quienes disfrutaban de estos "caprichos de gabinete", por sus minuciosos detalles y precisión.

La figura del santo, que se asimila a la obra de Caravaggio, aparece en medio de paisaje descrito de forma minuciosa con los más mínimos detalles por pequeños que sean, como un ciervo bebiendo agua. La obra está firmada en la roca donde descansa el brazo de San Juan, sin que se mencione la condición del dominico del pintor.

"La acuarela más importante del siglo XVIII"

Una maravillosa acuarela y "obra cumbre no solo como dibujante sino como artista", de Luis Paret y Alcázar (1746-1799), bajo el nombre de La Celestina y los enamorados, de 1784, adquirida por el Estado en 2016, por 130.000 euros, es otra de las adquisiciones de la pinacoteca.

La obra, que estará expuesta unos tres meses, se tiene que ver con luz reducida por no estropear su calidad, y también se muestra como complemento de la próxima exposición que inaugurará la Biblioteca Nacional con dibujos de Paret.

Se trata de una obra grande para ser una acuarela, en opinión de Matilla. "Se dice de ella que es la acuarela más importante del siglo XVIII español", precisa.

En el obra, Paret con minuciosidad y a color describe una escena de la vieja alcahueta, la Celestina- "libro que consta que tuvo"- en una sala con una gata y objetos antiguos, en la que al fondo hay una puerta desde la que se ve a dos amantes y al fondo una cama.

Un tema novedoso en el panorama artístico español, en 1784, que anticipa otros como la brujería, las relaciones sexuales entre hombres y mujeres, la falsedad en las relaciones o la vejez.

"Paret tuvo la desgracia de ser contemporáneo de Goya y eso le ocultó", concluye Matilla.

Plaza Mayor, 1680

Cierra la muestra Auto de Fe celebrado en la Plaza Mayor de Madrid, una lámina de cobre grabada a buril, en 1680, por el grabador Gregorio Forman (1635-1713) es otra de las obras que exhibe el Prado y que fue adquirida recientemente a un particular con los fondos del museo por 6.000 euros.

Se trata de una lámina de cobre que se la relaciona con el libro de José del Olmo en el que se incluye la estampa, que forma parte de la Biblioteca del Museo y que, al parecer, sirvió como inspiración para la pintura homónima de Francisco Rizi, pintada tres años después, en 1683, e inspirada en la estampa del libro, presente también en la misma sala.

La lamina, tanto como el cuadro, relata la celebración del acto organizado por la Inquisición en la Plaza Mayor, presido por Carlos II, en el que está presente toda la grandeza y los condenados por el Tribunal para mostrar su arrepentimiento.

La exhibición de esta pieza se hace como contribución a la exposición que se llevará a cabo en el Museo de la Historia de Madrid sobre la Plaza Mayor y su IV centenario.

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