Hablar español en Estados Unidos, un deporte de riesgo

Inmigrantes de origen latinoamericano protestan en Los Ángeles contra la elección de Donald Trump como presidente de EE UU, en noviembre de 2016.
Inmigrantes de origen latinoamericano protestan en Los Ángeles contra la elección de Donald Trump como presidente de EE UU, en noviembre de 2016.
EFE
Inmigrantes de origen latinoamericano protestan en Los Ángeles contra la elección de Donald Trump como presidente de EE UU, en noviembre de 2016.

Dos ciudadanas de EE UU fueron interrogadas y retenidas brevemente en el estado de Montana, al noroeste del país, por hablar español, y sin ninguna otra razón aparente, por un agente de la patrulla fronteriza estadounidense. Las dos mujeres, de origen mexicano, se encontraban en una gasolinera charlando el pasado miércoles, cuando un agente de la agencia migratoria las interrumpió y las sacó del local para realizarles un interrogatorio.

El incidente ocurrió en Havre, un municipio al norte de Montana, cerca de la frontera con Canadá, y fue grabado por una de las afectadas, Ana Suda. En el vídeo, Suda pregunta al agente por qué les había pedido su identificación y este responde que lo hizo porque las había escuchado hablar en español.

"Señora, la razón por la que le he preguntado por su identificación es porque vine y vi que estaban hablando en español, lo que se escucha rara vez por aquí", argumentó el oficial de la Patrulla Fronteriza, quien negó que se tratara de una categorización racial. "Es el hecho de que habléis en español en la tienda en un estado que es predominantemente de habla inglesa", incidió el agente, según se ve en el vídeo.

En declaraciones a The Washington Post, Suda relató los hechos y dijo haberse sentido incómoda después de que el agente les llevará a la zona de estacionamientos exterior, razón por la que comenzó a grabar. "Estábamos hablando e iba a pagar. Miré hacia arriba, le vi y me pidió mi documento de identidad. Le miré como diciendo '¿de verdad?' y él me miró como 'sí, de verdad'", narró la ciudadana estadounidense, que dijo haber sido retenida durante 40 minutos en los que su amiga "no dejó de llorar".

"Lo menos que pueden hacer es hablar inglés"

El incidente se produjo en la misma semana en que el abogado neoyorquino Aaron Schlossberg montó en cólera por el hecho de que los empleados de un restaurante en Nueva York estuviesen hablando en español. La escena fue grabada también en vídeo y publicada en las redes sociales, donde rápidamente se volvió viral. En la grabación puede verse como Schlossberg amenaza con avisar a las autoridades migratorias para denunciar a los empleados, asumiendo que estos se encontraban en el país de forma irregular.

"Lo que deduzco es que no tienen documentos, así que mi próxima llamada será al ICE [U.S. Immigration and Customs Enforcement, la autoridad migratoria], para expulsar a cada uno de ellos de mi país. Si tienen los huevos de venir aquí y vivir de mi dinero, porque pago por su bienestar, pago por su posibilidad de estar aquí, lo menos que pueden hacer es hablar inglés", se le ve decir en el vídeo.

Sus palabras desencadenaron una fuerte reacción en Nueva York, con llamamientos a boicotear su negocio y curiosas protestas como la encabezada por un grupo de mariachis frente a su domicilio. Políticos vinculados con las comunidades latinas de la ciudad han pedido que Schlossberg, simpatizante republicano, y que ya ha sido despedido por su oficina, sea inhabilitado como abogado.

En un tercer ejemplo de lo que parece ser una situación cada vez más común en EE UU, el pasado mes de enero una mujer fue expulsada de un establecimiento de UPS en Miami por, también en este caso, hablar español, algo que resulta especialmente paradójico en una ciudad donde, debido a la gran cantidad de exiliados e inmigrantes cubanos, el castellano es realmente la segunda lengua (la primera en muchas zonas). Rebecca Prinstein, de 47 años, había llegado de Cuba en 1992, y, aunque se defiende en inglés, prefiere hablar en español en una ciudad donde nunca ha tenido problemas para entenderse en su idioma materno.

El efecto Trump

Las causas de este aparente incremento de la animosidad hacia los ciudadanos que, inmigrantes o no, en situación regular o irregular, hablan español en EE UU han sido atribuidas en parte al sentimiento de nacionalismo nativista exacerbado por la llegada de Donald Trump a la Casa Blanca. "Este es un país donde se habla inglés, no español", llegó a decir el magnate durante la campaña electoral, en la que también criticó a su rival Jeb Bush por hablar en castellano. El mismo día de su investidura, Trump eliminó la versión en español de la web oficial de la Casa Blanca, aunque luego fue repuesta.

Los frecuentes comentarios despectivos e insultantes del presidente (quien aún no ha puesto un pie en Latinoamérica) hacia los inmigrantes de origen hispano han ayudado a crear un clima en el que se ha abierto la veda contra lo "políticamente correcto", y donde no parece ser necesario reprimir este tipo de actitudes, a menudo abiertamente racistas. Hace tan solo unos días, Trump llamó "animales" a los pandilleros que entran ilegalmente en el país, y la comunidad latina no ha olvidado cuando, en la presentación oficial de su candidatura, dijo que México "envía violadores" a EE UU.

La comunidad hispana en Estados Unidos, el segundo mayor grupo étnico del país, solo superado por la población blanca de origen europeo, se ha convertido en la diana perfecta para quienes sienten amenazados su modo de vida o incluso sus empleos, por más que la mayor parte de esos hispanos sean tan ciudadanos estadounidenses como ellos, o realicen a menudo trabajos que ellos no quieren hacer. Y en este caso, el idioma, más que el color de la piel, es el principal identificador.

Más hispanos, menos español

Según un informe del Pew Research Center publicado el año pasado, la población latina en Estados Unidos alcanzó un nuevo récord en 2016, con 57,5 millones de personas, lo que supone un crecimiento de 7,5 millones con respecto a 2010, cuando había 50,8 millones. De acuerdo con las cifras oficiales de la oficina del censo (algo más bajas, pero igualmente significativas), en el año 2017, el 20% de la población de EE UU era de origen hispano, 57.397.719 sobre un total de 303.328.00.

De hecho, Estados Unidos (que no tiene una lengua oficial como tal a nivel federal) se sitúa, después de México, como el segundo país del mundo con mayor número de hispanohablantes: el 63% son de origen mexicano (36.255.589), seguidos de 5.450.472 de puertorriqueños, 2.212.566 de cubanos, 2 millones de dominicanos, 5 millones de centroamericanos, 3 millones y medio de suramericanos y 773.477 de españoles.

Sin embargo, las estadísticas también reflejan que existe una gran diferencia entre la percepción de quienes ven una amenaza en el uso del español, y la realidad. Según explicaban Priscilla y Gustavo Gac-Artigas, miembros de la Academia Norteamericana de la Lengua Española (ANLE), en un artículo publicado en enero por la agencia Efe, el número de personas de origen hispano que conserva el idioma va en disminución.

Las razones, señalan los autores, se encuentran en "un proceso normal de adaptación, de aculturación, producido por el contacto e intercambio cultural". "A medida que las generaciones se alejan de la cultura de origen, la cultura imperante reemplaza a la original, en otras palabras, se asimilan", añaden.

Miedo

El censo de 2016 muestra que, del total de la población de origen hispano en Estados Unidos, 14 millones hablan solamente inglés en sus hogares y a partir de la tercera generación el 50% de la población de origen hispano se define como estadounidense. Pese a ser la primera lengua extranjera estudiada en las escuelas, la matrícula total de español entre los grados 9 y 12 fue de 790.756 estudiantes en ese año, muy lejos de los 4.036.032 estudiantes hispanos en esos mismos grados.

Un sondeo, también del centro de estudios Pew, publicado en 2015 ya revelaba que los hispanos que viven en EE UU tienen cada vez más fluidez en inglés y hablan menos español en casa. A medida que aumenta el dominio del inglés entre los hispanos, un 68% lo maneja ya con soltura, al tiempo que disminuye el porcentaje de latinos que elige el español para sus conversaciones en el hogar. Se trata, además, de una tendencia demostrada a lo largo de 13 años, en los que el número de hispanos que habla inglés de manera fluida pasó del 59% en el año 2000 al 68% en 2013, mientras que la proporción de latinos que utiliza el español para las conversaciones familiares pasó del 78% en el 2000 al 73% en 2013.

En ese sentido, los mencionados académicos indican que "los padres prefieren que sus hijos entren directamente a los programas no diferenciados por diversas razones, entre ellas, la necesidad de dominar el inglés, de que sus hijos no se aíslen y sean discriminados, de que se asimilen rápidamente a la nueva cultura. Estas razones están acentuadas por el temor, justificado, que produce la política antiinmigración del gobierno de Donald Trump".

"No olvidemos que, en la educación superior, cerca de 800.000 soñadores, a los que, en 2012, durante el gobierno de Obama, se les otorgó un estatus legal renovable, han pasado a ver su estatus en peligro y a estar nuevamente bajo la espada de Damocles de la expulsión", explican.

Es la espada que, a ojos de los empleados de ese restaurante neoyorquino, estaba enarbolando el abogado Aaron Schlossberg.

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