Señor Presidente: Esta es, efectivamente, una carta doblemente inútil. Lo es en primera instancia porque llega tarde –servidumbres del periodismo- y para cuando vea la luz ya habrá culminado el nombramiento del señor Turull si es que la CUP, tan antisistema ella, opte por no dar su apoyo a un candidato cuyo nombre ha salido en muchos casos de corrupción junto al clan de los Pujol entre otras cosas. La segunda razón de la inutilidad de esta carta es que, en el caso considerablemente poco probable de que la lea, señor Presidente, la va a tirar a la papelera más cercana sin dedicarle ni unos segundos de su tiempo.

Pero ya ve cómo son las cosas de absurdas: yo me siento, pese a todo, en la obligación moral de escribirle para decirle que no vale la pena continuar una historia que no va a ninguna parte, que ha tenido –y tal vez tenga aun- la oportunidad de hacer las cosas que la mayoría de los catalanes quieren: tener un gobierno que gobierne en serio, poner en orden la sanidad, la educación, la economía y discutir con tranquilidad en su momento el muy legítimo deseo de independencia y republica para lo que por ahora es sólo uy nada menos que su comunidad. Mire señor Torrent, no le voy a repetir lo que ya se sabe desde hace muchos meses, lo que ha ido descubriéndose en la investigación del llamado ProcÉs y hasta los informes internos y secretos de las fuerzas que lo pusieron en marcha y que coincidían todos en un final más o menos dramático para Cataluña y para los catalanes. Usted lo sabe cómo lo sabía Puigdemont y tantos otros que, pese a todo, decidieron seguir precipitando en el vacío a quienes les había elegido y que eran minoría junto a los que no querían esa aventura y que eran más que los que la deseaban.

Desde que fue nombrado presidente del Parlement de Cataluña, señor Torrent, ha sabido manejar la baraja con una cierta habilidad que le ha dejado en el filo peligroso de lo legal pero siempre en la parte buena. Puede que no le guste la Ley y puede que a mí y a otros muchos tampoco, pero es la Ley y es el único instrumento que hoy por hoy tenemos para convivir en el presente y planear un futuro republicano o soberanista, da igual. Es lo que tenemos y si no se respeta estamos condenados a perder todos. No sé qué habrá pasado en el Parlament cuando concluya esta carta, pero a estas horas es usted la máxima autoridad catalana y eso tiene que pesar mucho. De lo que decida depende seguir instalados –todos- en un caos sin futuro o empezar otro camino para lograr sus fines que no sea la desobediencia y la marginalidad unilateral que no lleva, y usted lo sabe, a ninguna parte.

Piéselo, señor Presidente,

Andrés Aberasturi