Dicen las revistas de tendencias que el poliamor está de moda. Consiste en que Cupido te lanza varias flechas a la vez, un mínimo de tres y un máximo de infinito. Los enamorados pueden mezclarse e incluso vivir juntos, o recibir nuevos flechazos desde otra cadena. Lo importante es que las cartas estén bocarriba y todos sepan lo que hay.

Esto del poliamor lo practiqué una vez en la universidad. Hice un trío. Bueno, más o menos. Estuve en el precalentamiento, pero se lo pensaron mejor quienes querían seguir en la cama y me echaron. Aunque el poliamor de ahora es menos estilo Xvideos y más rollo peli francesa. Algunos dicen que el sentimiento está por encima del sexo, tanto que hasta puede ser prescindible. A mí eso ya me desconcierta, que soy de los que piensa que el amor correspondido incluye una parte importante de cuerpo a cuerpo.

En el poliamor se diluyen los celos, que no es posesivo, y algunos forman relaciones tan estables que llegan a criar hijos juntos. Bueno, cualquier combinación para querer a un hijo que se resuelva con felicidad es válida. ¿Pero realmente se puede amar a varias personas a la vez? No es como tener varias camisas favoritas, que esas no están vivas y ni sienten ni padecen. Además, que siempre hay una que te pones más, y al final te sueles cansar de todas.

En cualquier caso, los del poliamor cuentan con mi admiración. ¿De dónde narices sacan el tiempo y la energía para amar tanto? A mí las relaciones amorosas suelen dejarme exhausto, y no salen tantas opciones como para multiplicar posibilidades. Dar con alguien que te guste de verdad es difícil, y enamorarte más. Quizás lo veo con incredulidad porque no conozco poliamorosos, aunque sí parejas que tienen una relación abierta de mutuo acuerdo. Casualmente, todas están bastante desgastadas. Casualmente, a todas se les escapa con unas cervezas de más que da miedo perder la seguridad de tener a alguien esperándote en casa.

No sé si los poliamorosos se pasan de modernos o yo de antiguo, que dicen que la pareja es una imposición histórica de la sociedad judeocristiana. En realidad, lo de todos con todos se inventó antes y lo mío creo que es más cosa de egoísmo, que quiero que me quieran a mí y ya (ofrezco lo mismo). Más que a las sociedades arcaicas, hay que mirar a las nuevas que han dado lugar a tanto poliamor. Vivimos una época en la que tenemos muchas opciones y podemos conseguir montones de cosas. La parte negativa es que cuesta quedarse con una sola. Los casos más extremos, creen que hay que tenerlo todo para ser algo. Igual lo que ha pasado es que esa ambición ha llegado hasta el amor. Qué bajón.