CARLOS SANTOS. PERIODISTA
OPINIÓN

A este paso perdemos dos años

Carlos Santos, colaborador de 20minutos.
Carlos Santos, colaborador de 20minutos.
JORGE PARÍS
Carlos Santos, colaborador de 20minutos.

Los burócratas de Bruselas deberían instaurar el 15 de marzo como ‘Día Europeo del Uff’. Un suspiro de alivio recorrió el continente ese día, cuando los holandeses pararon los pies en las urnas (aunque no lo borraron del mapa) a Geert Wilders, partidario de abandonar la UE, sellar las fronteras y cerrar las mezquitas. La Europa de la austeridad y la del Madrecica que me quede como estaba vencieron por un día a la Europa que tira hacia el abismo. El ganador de las elecciones, Mark Rutte, hizo un análisis raro: "Hemos derrotado al populismo equivocado". Curioso, eso de que haya un populismo acertado y uno equivocado. Se ve que es de la escuela de Verstrynge. A mí de todos los populismos, acertados o equivocados, me preocupan las mismas cosas: que den respuesta emocional y no racional a los problemas, que engañen a la gente dando a entender que tienen soluciones fáciles para problemas complejos y que un día digan una cosa y otro otra, según convenga. Aunque en España hemos tenido muchos más populistas de los que solemos recordar (dé usted un repaso a los presidentes autonómicos de las últimas décadas y verá cómo le salen más de los que pensaba), desde que entraron en escena personajes como Pedro Pacheco y Jesús Gil desconfío de los que dicen "esto lo arreglo yo en dos patás".

En el otro extremo están los que no arreglan nada, aunque se pasen años dando patás, dejan que los problemas se pudran y llaman estabilidad a la parálisis. No quiero señalar, pero para encontrarlos basta con asomarse al Congreso de los Diputados que la semana pasada, tras el ‘Día Europeo del Uff’, vivió su propio día grande. En una misma mañana pasaron tres cosas significativas. La primera, que se aprobó con treinta años de retraso el convenio europeo que prohíbe cortar el rabo a los perros, lo que habrá dado un alegrón a San Roque, no solo a usted y a mí, y un disgusto enorme a Ramón Ramírez, el del trabalenguas. La segunda, que los de Podemos y el Grupo Popular se acusaron mutuamente de matonismo, lo que permite advertir que tenemos un parlamento vivo, diverso y bocazas.

La tercera y principal noticia de esa mañana es que el Gobierno fue incapaz de sacar adelante su real decreto con la reforma del sistema de estiba. Del fracaso solo hay un responsable: el Gobierno, que es quien tiene sobre la mesa ese problema desde hace seis años (cuando aún gozaba de mayoría absoluta), quien debe dar una salida digna a los 6.500 afectados y ha de buscar apoyos para sacar sus iniciativas legislativas. Rajoy, que lo sabe, al salir del pleno desvió a los periodistas: "Les atiende el ministro, ahí, ahí…".

El ministro, ahí, ahí, repartió culpas, pero la responsabilidad está donde está y conviene recordarlo ahora que volvemos a la casilla de salida. Quienes no tenemos ninguna responsabilidad somos los contribuyentes, condenados desde hace tres años a una multa de 25.000 euros diarios que a partir de ahora puede subir a 134.000. ¿No les traería más cuenta y nos saldría más barato cerrar un buen acuerdo con los estibadores?

Fueraparte ese problema específico, la votación los dejó a todos con las vergüenzas al aire. Resulta que estamos como estábamos en la noche del 21 de diciembre de 2015. Con un parlamento fragmentado y unas fuerzas políticas incapaces de cerrar acuerdos importantes. Bajo una falsa apariencia de estabilidad, que es simple inactividad, estamos dejando que se eternicen y encarezcan los problemas. A este paso, si no espabilan (ahí vuelve a ser el Gobierno quien tiene la principal responsabilidad, pero tampoco estaría mal que el PSOE despeje sus incógnitas) perderemos dos años completos.

La reiteración de lo obvio produce melancolía, pero hay que reiterar lo obvio: la democracia no consiste solo en airear las diferencias, sino también en superarlas. Como tendrán que superar las suyas los holandeses en las próximas semanas, por los únicos caminos posibles: el diálogo y el pacto.

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