En los mercados no hay temor más cerval que el que suscita el miedo al pánico. La excesiva bonanza en Wall Street vio las orejas al lobo de una subida acelerada en los tipos de interés. Su lunes negro arrastró ayer a las bolsas de todo el mundo. Los fundamentos de las grandes economías se mantienen fuertes, pero el apetito por la renta variable puede caer. No siempre el temor exhibido se corresponde luego con la fiereza de la bestia. Los índices rebotarán cuando se pase el miedo al miedo. Y vuelta a empezar.
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