2017 no ha sido un buen año para muchos ciudadanos. Nos cuentan que hemos salido de la crisis, pero ni eso es así para todos ni soluciona otros déficits importantes, como el que padecen nuestras libertades: el Ministerio del Interior acaba de avisarnos de que retuitear mensajes de enaltecimiento del terrorismo también puede ser delito, según el Tribunal Supremo, que ha confirmado la condena impuesta a un acusado que reprodujo en su cuenta contenidos ya existentes en los medios. Y el partido en el Gobierno pretende, no sabe aún cómo, acabar con los perfiles anónimos en las redes sociales.

Son sólo dos ejemplos en lo que se refiere al respeto de las libertades. La Plataforma de Defensa de la Libertad de Información califica 2017 de "muy mal año para la libertad de expresión" y resalta las condenas por terrorismo impuestas a personas sin ninguna relación con actividades violentas, sólo por sus opiniones en redes sociales o en versos y canciones. Entró en prisión el tuitero Alfredo Remírez, también fueron condenados el líder del grupo musical Def con Dos, César Strawberry, la tuitera Cassandra, el rapero Valtonyc y el colectivo La Insurgencia. Sin contar la aplicación de la ley mordaza a periodistas por cubrir protestas, operaciones policiales o desahucios.

Es el nuevo orden que no sólo se ha establecido en España; toda Europa está en las mismas a cuenta –dicen- del terrorismo islamista, que ha hecho que la gente prefiera ceder libertad a cambio de seguridad sin pensar en lo que supone. Y en pro de esa seguridad, nos hemos vuelto insolidarios, cerrando la puerta a los refugiados, no sea que metamos al enemigo en casa.

Por otro lado, ha sido un año pésimo en la lucha contra la violencia machista, las medidas existentes han sido insuficientes y han tenido que morir 49 mujeres para que se haya firmado por fin un pacto de Estado, que ha comprometido la inversión de 200 millones de euros para 2018, aunque no haya acuerdo en los Presupuestos Generales. La disculpa de que no hay presupuestos le ha servido al Gobierno para congelar la ampliación del permiso de paternidad. Ya se sabe que los asuntos relacionados con la igualdad pueden esperar, las mujeres lo aguantamos todo. Como tienen que esperar las inversiones que mejoran la vida en sanidad, en educación o en investigación, donde se han reducido un 9% desde 2009 frente a un incremento medio del 27% en la Unión Europea. Tampoco se esperan medidas que frenen las subidas de precios del gas y la electricidad para no abocar a la pobreza energética a miles de familias ni se eliminará el impuesto al sol para el desarrollo de energías alternativas ni se mejorará el empleo, hoy tan precario pese a esa supuesta recuperación económica...

Decididamente, 2017 no ha sido un buen año. Igualito que los anteriores desde hace ni se sabe.