HELENA RESANO. PERIODISTA
OPINIÓN

La vida o la foto

HELENA RESANO
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Félix Rodríguez De la Fuente habría hecho una serie con nosotros. Somos aves rapaces a la captura de la mejor instantánea, de lograr ese vídeo que se hará viral. Nuestros móviles nos han convertido en intrépidos reporteros a la espera de la imagen que será portada en todos los medios. Somos más rápidos que Billy El Niño desenfundando el aparato y dándole al botón de grabar. ¡No vaya a ser que se nos escape algo!

Y en ese delirio en el que vivimos por no perdernos La foto, nos perdemos todo lo demás. Lo hemos visto en Queensland este fin de semana. Un día espectacular, una ciudad bella y un maratón, la prueba reina de los Juegos de la Commonwealth. En cabeza un corredor no demasiado conocido que durante buena parte del recorrido ha ido dando zancadas una tras otra. Sin rival.

Saca dos minutos al resto y está muy cerca de lograr la victoria. Pero en una curva, trastabillea y se va al suelo. Rápidamente se levanta y sigue corriendo. Se tambalea ligeramente pero no da la sensación de que esté mal. Hasta que llega a la recta del puente y cuando supera el cartel de 40 kilómetros, le faltan sólo dos para terminar, empieza a hacer eses, las piernas empiezan a flaquear y sin poder evitarlo, se va contra la valla y se cae al suelo, dándose un buen coscorrón.

La imagen es angustiosa, la cámara está en frente. La oficial, la que está dando la señal de la carrera, pero a su lado, hay como 10 cámaras más. Las de los espectadores que están viendo la carrera y que sin inmutarse empiezan a hacerle fotos y vídeos. Nadie salta para atenderle. Nadie se agacha para al menos, a través de los huecos de la valla, preguntarle si está bien. Nadie por supuesto saca una botella de agua para dársela y que el hombre se recupere algo. Nada. Se acercan más hasta donde está él, pero únicamente para sacar una mejor foto, para tener un mejor plano.

El reglamento dice que si se ayuda o atiende a un corredor éste queda eliminado. Sus compañeros de carrera, los que iban dos minutos por detrás, lo saben y no es que no paren, es que aprietan el ritmo cuando le ven en el suelo: son conscientes que la victoria se le acaba de esfumar. Mucho se ha hablado de cómo reaccionaron unos y otros, corredores, público y organización. Unos defienden que no se podía hacer nada.

Pero ¿ni siquiera preguntarle cómo está, si quiere que le ayuden, si necesita beber agua, si está bien, comprobar su nivel de consciencia…?¿tampoco eso? Los campeones de verdad, los que saben vencer no sólo en el deporte sino también en la vida, se avergüenzan de lo que ocurrió. Martín Fiz decía el otro día: "si me desvanezco así, por favor, socorredme". Vale más una vida que cien carreras. Vale más una vida que una buena foto. Pues eso.

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