IRENE LOZANO. ESCRITORA Y DIRECTORA DE THE THINKING CAMPUS
OPINIÓN

Carta a la niña Mowgli, encontrada en un bosque

Periodista, escritora y política.
Periodista, escritora y política.
JORGE PARÍS
Periodista, escritora y política.

Querida Niña Mowgli, qué poca fortuna la tuya. Hace unos días te encontraron en un bosque de la India, cercano a la frontera con Nepal, y tu historia recorrió el planeta a la velocidad de la posverdad, más rápida que la luz. Parecía un nuevo caso de un ser humano criado por animales, en este caso por monos. Esas historias han capturado nuestra imaginación desde que Rómulo y Remo fueron amamantados por una loba y acabaron fundando la ciudad eterna de Roma, hasta que Rudyard Kipling escribió El libro de la selva. Te llamaron 'Mowgli girl' y se difundieron las incapacidades habituales de los niños salvajes. Que si andabas a cuatro patas, que si no sabías usar las manos para comer, que si emitías unos gruñidos animales, en lugar de hablar. Tu historia fascinaba al mundo porque nos remitía, de nuevo, a la persistencia de nuestro lado animal. Nos volvía a plantear las incómodas incógnitas sobre cuánto de bestias pervive en nosotros bajo el barniz de la civilización. Sin cuchillo y tenedor tal vez no fuéramos humanos.

Sin embargo, poco después se supo que no eras esa fantasía viva, sino una simple niña india discapacitada. Demasiada carga para tus padres, que decidieron abandonarte en el bosque. La audiencia global cayó en picado. Ya no ibas a fundar Roma. Qué decepción. Resulta que no podías hablar, pero por tu discapacidad, resulta que te cuesta comprender el mundo, y que nacer discapacitado en un país donde el Estado no ofrece ninguna ayuda es un suplicio. Ser, además, niña te convertía en una doble carga. Esa era la historia. Poco espectacular, la verdad. Cada año, Unicef denuncia la desaparición de dos millones y medio de niñas en la India, asesinadas o abandonadas sin comida hasta que fallecen. Qué pereza. Eso ya nos la sabemos, se oyó en la redacción. Y cesó la cascada de imágenes. Sin embargo, tu auge y caída como estrella mediática nos habla de lo mismo que si hubieras sido una ‘Mowgli girl’: del lado brutal que persiste en nosotros. Muy en particular en los programadores de televisión que diseñan ese pasto intelectual para alimentarnos. Los monos te hubieran protegido si hubieras ido a dar con ellos. La manada de editores de informativos, en cambio, te dejó caer en cuanto vieron tu escasa rentabilidad. Bajo el barniz de la civilización, esconden auténticas bestias. Con perdón para las bestias.

Un abrazo salvaje de Irene Lozano

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