El móvil es un problema cuando domina tu tiempo, es decir, tu vida. El ex-Facebook Sandy Parakilas acaba de pasar por Madrid, invitado por la Fundación Telefónica, y ha dejado mensajes imprescindibles. Siendo directivo de la red social alertó a sus jefes de los riesgos que corrían los datos de los usuarios ya hace siete años.
No le hicieron caso y se fue. Todo lo que él vaticinaba ha ocurrido en el escándalo de Cambridge Analytica. Nuestros teléfonos y las aplicaciones están diseñadas para absorbernos y generar adicción, de modo que sigamos allí. ¿Por qué? Porque nuestra atención es lo que realmente está en venta y constituye la base del negocio.
Sin embargo, cada vez más estudios científicos alertan de cómo esa atención regalada durante horas genera malestar, problemas de sueño y nos hace más vulnerables a la depresión. ¿Cómo evitar que nos succione el mundo de gratificación instantánea de los likes?
Tan fácil como anclarnos en el mundo real, con sus olores, colores y sabores; con personas que te miran a los ojos y sabes si se ríen de verdad: ese mundo físico donde corremos riesgos porque estamos vivos. Sandy ofreció dos trucos para ayudarnos en esa tarea: uno es activar solo notificaciones de personas que conoces. El otro, poner la pantalla del móvil en blanco y negro.
La opción se encuentra en los ajustes del teléfono pero he comprobado que muy escondida, lo cual corrobora las tesis de Sandy: el diseño de los teléfonos también dificulta que nos desenganchemos. Si googleas “cambiar pantalla Android a blanco y negro”, encontrarás cómo hacerlo. Después de navegar un rato en el gris mundo de las aplicaciones, levantarás la vista del teléfono y descubrirás que la vida real es prometedora. Aun con sus riesgos.
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