Querido conductor, tengo algo que contarte. Es importante, así que lee con atención. El pasado fin de semana fallecieron diez personas en accidentes de tráfico, con lo que ya han perdido la vida en lo que va de año 1.165 personas, más que en todo 2016, cuando se registraron 1.161 decesos, según los datos de la DGT.

Fallecer, perder la vida, deceso... todo eso significa morir. Y el siguiente puedes ser tú. Si algo une a este país es que cada conductor piensa que él lleva su vehículo mejor que los demás. De hecho, mi animal mitológico favorito es el usuario de vehículo que, ante un incidente, se baja tranquilo y reconoce su culpa. En esto de los muertos en carretera pasa como con otras tantas desgracias: siempre pensamos que a nosotros no nos va a tocar. Pero sí. Toca. Con una probabilidad escalofriantemente más alta que cualquier lotería. Y juegas a la lotería, ¿verdad? Porque puede que te toque.

Lo bueno es que, aunque no podemos evitar llevar alguna papeleta para sufrir un accidente de tráfico, sí podemos deshacernos de muchas de esas fatídicas participaciones. Basta con ser prudente. Sólo eso. Es de puñetero sentido común. El coche tiene algo que nos pone de muy mala leche. Debe ser el ruido, la vibración, el encierro... quién sabe. Pero a veces basta con racionalizar las cosas. Imagina, conductora o conductor, que vas en un avión y que te dicen que uno de los pasajeros va a caer al vacío. Os ofrecen un paracaídas cada uno. ¿No te lo pondrías? ¿Tentarías a la suerte y rechazarías llevarlo? La prudencia es ese paracaídas.

Ahora imagina ésto: te pones delante de tus hijos, o de tu madre y les dices "no os voy a volver a ver jamás porque fui imbécil e iba muy deprisa, o no esperé en ese semáforo, o bebí antes de conducir... Sí, dependía de mí y aún así lo hice". ¿Con qué cara te mirarían? Con cara de ¿por qué nos has hecho ésto? Lo peor de todo ésto es que, como te contaba, querido conductor o conductora, ésto no sólo depende de ti. Puedes ser un usuario ejemplar y prudente y aún así sufrir un accidente. Por la incompetencia o temeridad de otros o simplemente, porque los accidentes ocurren. Pero a tí, que usas el cinturón, revisas el estado de tu coche, guardas la distancia de seguridad y la velocidad de las vías, a ti, que respetas a los peatones y los semáforos, que no conduces si no estás en condiciones... a tí: gracias. Gracias por no sumarte a esa puñetera cifra de muertos que este año ha subido. Gracias por no comprar esta lotería maldita.

Un saludo de otro conductor. Isra Álvarez