RAFAEL MATESANZ.FUNDADOR DE LA ORGANIZACIÓN NACIONAL DE TRASPALNTES
OPINIÓN

La confusión sexual de las polillas

El doctor Rafael Matesanz posa frente al Hospital La Paz.
El doctor Rafael Matesanz posa frente al Hospital La Paz.
JORGE PARÍS
El doctor Rafael Matesanz posa frente al Hospital La Paz.

Si usted visita La Rioja, algo que le recomiendo encarecidamente por atractivos turísticos de todo tipo –y que en mi caso se complementa por ser una de las comunidades más generosas en donación de órganos–, no se puede ir sin visitar una bodega. Sobre el terreno se comprueba una vez más que nada es casual y que la alta calidad de sus vinos se asienta en la introducción de las más modernas tecnologías en todas las fases del cultivo de la uva y posterior elaboración de sus caldos.

Uno de los puntos críticos es la lucha contra las diversas plagas que pueden afectar a las vides y poner en riesgo la cosecha o incluso la plantación.

Algunas bodegas emplean métodos sofisticados impensables hace unas décadas. Por ejemplo, los expertos locales te explican que, para luchar contra las plagas de polillas, que pueden llegar a destruir la plantación, uno de los métodos es impregnar las plantas de feromonas de estos insectos en un momento en que no son fértiles. Con ello se logra que las hembras pongan sus huevos estériles, algo que imposibilita la reproducción del animal y condiciona su eliminación. De esta forma, la 'confusión sexual' de las polillas les conduce a su exterminio.

Sirva esta metáfora biológica para ilustrar a dónde nos pueden llevar algunas intoxicaciones informativas que tienen la capacidad de esterilizar cualquier indicio de pensamiento racional entre los condenados a escucharlas todo el tiempo. Sometidos a una dinámica de saturación hasta abolir cualquier otro tipo de noticia, acaba por producirse una atonía social en temas que realmente deberían importar, que contrasta con el número de noticias, opiniones y editoriales sobre el asunto generador de la intoxicación.

Podríamos estar hablando de fútbol, que es lo más utilizado para que la gente no piense desde hace décadas, pero en los tiempos que corren esta intoxicación se centra en un monotema: el procés.

No voy a entrar a opinar del tema catalán ni de cuánta razón o sinrazón corresponde a cada uno. Bastantes opinadores hay ya sobre algo que, aparte de otras consideraciones, ha conseguido dividir exactamente en dos mitades a la sociedad catalana y sembrar la discordia generalizada en el resto de España. Lo relevante para estas líneas es la constatación de la atonía progresiva en que el monotema ha hecho entrar tanto a la administración catalana en particular como a la española en general.

Al igual que sucede con los medios de comunicación y las redes sociales, cualquier otro asunto parece aparcado sine die desde hace ya mucho tiempo y cuando se toca se ve impregnado por este tema. Problemas tan serios como el paro, la economía, la corrupción y otros muchos es como si no existieran o no importaran: apenas ocupan unas líneas en los periódicos o unos pocos minutos al final de los informativos.

No ha habido prácticamente iniciativa legislativa alguna desde las últimas elecciones, y conociendo cómo funciona la administración general del Estado no es difícil diagnosticar una parálisis general progresiva hasta en asuntos nimios. Del lado catalán, tampoco constan acciones gubernativas grandes ni pequeñas en la última legislatura que no hayan ido dirigidas al procés.

Lo peor del caso es que los políticos de ambas instancias (no querría usar la palabra 'bandos', aunque lo parezcan) parecen encantados con la situación, dedicados a ella a tiempo completo y plenamente realizados. El resto de las comunidades y los ciudadanos en general, así como sus problemas más acuciantes, es como si no existieran: ¡qué comodidad! Incluso los sondeos electorales parecen indicar que los partidos suben o bajan según la postura que vayan adoptando con relación al monotema, lo que sin duda cierra el círculo.

Al igual que a las pobres polillas de nuestra historia, la persistencia sine die de esta situación nos puede llevar a la esterilidad como sociedad. Y si no, al tiempo.

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