Food Trucks: comida callejera con ruedas y estilo... ¿cómo puedo montar una?

Hasta el domingo 5 de marzo, Expo Food Trucks Nuevos Ministerios celebra su segunda edición con 22 'food trucks' nacionales e internacionales aparcadas a la salida de la estación de Metro y Cercanías Renfe de Madrid.
Hasta el domingo 5 de marzo, Expo Food Trucks Nuevos Ministerios celebra su segunda edición con 22 'food trucks' nacionales e internacionales aparcadas a la salida de la estación de Metro y Cercanías Renfe de Madrid.
JORGE PARÍS
Hasta el domingo 5 de marzo, Expo Food Trucks Nuevos Ministerios celebra su segunda edición con 22 'food trucks' nacionales e internacionales aparcadas a la salida de la estación de Metro y Cercanías Renfe de Madrid.

Con la llegada del buen tiempo se recupera la vida en la calle y la calle es –o debería ser– territorio de food trucks. Este anglicismo esconde un concepto que en España solo se usa desde hace pocos años, pero ampliamente extendido por todo el mundo: el de las furgonetas o caravanas de comida callejera. El concepto es simple: un pequeño restaurante sobre ruedas.

Hasta el domingo, Expo Food Trucks celebra su segunda edición con 22 food trucks nacionales e internacionales aparcados a la salida de la estación de metro y tren de Nuevos Ministerios (Madrid). Es solo un ejemplo, pues constantemente se celebran ferias y eventos que reúnen a estas gastronetas por todo el país.

Uno de los primeros problemas con que se encuentran los valientes que se lanzan a la aventura de la comida sobre ruedas es que no pueden trabajar con libertad. A un food truck se le exigen todos los requisitos sanitarios que se le piden a un restaurante e "incluso más", dicen algunos de estos feriantes.

Pero no pueden poner su furgoneta allá donde quieran porque la mayoría de ayuntamientos no tienen legislación al respecto. Y así, "si te vas a un evento donde no va gente, que no está publicitado y te cobran mucho por poner tu food truck, da igual que tengas el mejor producto, no vas a vender", explica Juan José Abascal (La Rabaneta).

"Me llama la atención porque estamos en el país que está a la vanguardia de la gastronomía en el mundo, con lo que me cuesta entender que no podamos trabajar libremente, que se acondicione una ley especialmente para nosotros. Tenemos un retraso respecto a otros países", se queja Javier Brichetto, de El briche ahumado.

Los vehículos hacen la suerte de cocina en miniatura y la mayoría están hechos a medida. Pueden ser nuevos, restaurados, furgonetas clásicas, caravanas con 40 años... ya hay talleres especializados en la reconversión en food trucks. Montar uno de estos negocios sobre ruedas es relativamente fácil y relativamente difícil.

Comprar un vehículo y acondicionarlo puede oscilar entre los 5.000 y los 50.000 euros, en función del tipo de cocina que queramos hacer, los aparatos que se incluyan y el precio del vehículo original.

Además de eso hace falta un concepto, un producto y comenzar con todos los permisos y gestiones pertinentes. En webs como foodtruckya.com explican los principales requisitos que hay que cumplir para tener uno de estos negocios (de los que ya existen cerca de medio millar en nuestro país) y se pueden consultar fechas y lugares donde aparcarán los food trucks.

Pero hay que mentalizarse: es una vida nómada y sacrificada, sujeta a las inclemencias y el capricho de la meteorología. Además, deben ser rápidos atendiendo, sirviendo y cobrando... aunque, según dicen estos empresarios –por lo común autónomos–, es bueno tener un poco de cola para atraer a más gente.

Sin embargo, para que se produzca el boom definitivo hace falta un cambio en las costumbres. "El español está acostumbrado a meter los pies bajo la mesa, a comer un primero, un segundo y un postre, no como en otros países en los que el almuerzo es comerse algo rápido en 20 minutos. Que eso cale en los hábitos es difícil, pero sí funciona en las horas de la cena, en los momentos de fiesta, en hora de aperitivo...", explica Cristóbal Mundaray, dueño de La Cuchara Street.

Comida rápida, no comida basura

Sí, es comida callejera, pero no facilona. La mayoría de los puestos ofrecen cocina de fusión, elaborada y de calidad. "La idea es llevar comida gourmet a la calle, con una proporción justa de calidad-precio", explica Mundaray.

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