¿Cómo superar la muerte de un hijo cuando se produce de forma traumática e inesperada?

Ángel Cruz y Patricia Ramírez durante la Capilla Ardiente de Gabriel Cruz en Almería.
Ángel Cruz y Patricia Ramírez durante la Capilla Ardiente de Gabriel Cruz en Almería.
EFE
Ángel Cruz y Patricia Ramírez durante la Capilla Ardiente de Gabriel Cruz en Almería.

¿Cómo superar la muerte de un hijo? Puede resultar incluso difícil creer que algo así sea en verdad posible, sobre todo si se produce de forma repentina y violenta como en el caso de Gabriel Cruz, el niño asesinado en Almería, o el suceso que ha conmocionado el municipio madrileño de Getafe este martes: un hombre ha matado a sus dos hijos, uno de ellos con parálisis cerebral, prendiendo fuego a su casa y suicidándose después en las vías del tren.

Sara Losantos es psicóloga experta en duelos de la Fundación Mario Losantos, una entidad que ofrece terapia gratuita para la gente que necesita superar un duelo. Losantos explica qué características principales se dan cuando se produce una pérdida así y da pistas sobre cómo afrontarla y reconocer cuándo pedir ayuda.

El impacto de lo inesperado

Los que nos dificulta la resolución del duelo en muertes inesperadas es el impacto, la incapacidad para predecir esa muerte y eso puede añadir un componente traumático que dificulte el duelo, aunque no por eso es irresoluble. Primero porque hay herramientas específicas para trabajar el trauma, y luego porque el ser humano está capacitado para superar la muerte de un hijo, incluso la de un ser querido, incluso con circunstancias traumáticas. Aunque es verdad que a veces se producen bloqueos.

La muerte a manos de otra persona

Aceptar la maldad de otro ser humano es complejo. Puede añadir dolor al dolor. Es una injusticia y algo absolutamente incomprensible. Uno puede entender un proceso médico o un accidente, pero es difícil entender la voluntad de alguien de hacer daño. Estás luchando contra el dolor y contra la rabia de que hubiera podido ser evitable. No es comparable porque tiene mayor intensidad, pero se parece a una muerte que se produce por una negligencia médica.

No hay un duelo igual a otro

Visto en abstracto habría una gradación: muerte natural, accidente, negligencia médica y homicidio o suicidio. Pero eso al final no se cumple porque se junta con un montón de variables que van a estar modificando y variando el duelo. De toda la cantidad de circunstancias que influyen en la intensidad de un duelo, tal vez la más importante es la base personal, la moral y la fortaleza de cada uno. Podemos encontrar casos que, a priori, no tendrían que ser un duelo complicado, y lo son. Y casos que parecerían irresolubles y que se resuelven prácticamente sin ayuda. No hay un solo duelo igual a otro. Más allá de la técnica, que las hay, técnicas para trabajar el duelo y para trabajar el duelo traumático, es el componente humano el que permite resolver el duelo.

No es un proceso pasivo

Más que de fases del duelo me gusta hablar de tareas. Es verdad que hay un modelo muy extendido que habla de las fases o etapas del duelo, que es más pedagógico y que es sencillo de entender, pero que deja al doliente en una posición un poco pasiva. Es algo así como que "tú ya irás atravesando las fases". Por eso a mí me gusta más hablar de tareas. Hay cosas concretas que el doliente puede hacer para que el proceso vaya a su favor, aunque tampoco hay una norma general para superar el duelo porque es un sálvese quien pueda, cada cual hace lo que puede.

Las cuatro tareas del duelo

William Worden, que es uno de los grandes expertos en duelo, habla de las cuatro tareas. La primera sería aceptar la realidad de la pérdida, lo que implica tanto a nivel cognitivo como emocional. Luego estaría elaborar las emociones relacionadas con la pérdida, que tiene que ver con poder drenar el dolor, con tener permiso para llorar, para enfadarte... Cuando se produce un bloqueo en esa tarea es cuando se complica el duelo que de forma natural se resolvería de forma espontánea. Dejar fluir esas emociones es lo que permite superarlo. Hay gente que, por miedo al dolor que pueda experimentar la persona, porque es verdad que la intensidad es enorme, dice "intenta no pensar en ello", y a corto plazo parece que duele menos, pero a medio o largo lo puede cronificar. No me gustaría que después del comportamiento ejemplar de la madre de Gabriel la gente pensara que el suyo es el único comportamiento legítimo.  La gente tiene derecho a reaccionar de cualquier manera y está bien siempre.

La tercera tarea tiene que ver con aprender a vivir en un mundo en el que el fallecido ya no esté presente. Tiene que ver con el cambio de roles tan intenso que van a vivir esos padres que han estado volcándose en la crianza. Las rutinas son importantes, también cómo te defines en la vida. Hay una cuestión muy debatida que es: "soy madre pero no tengo hijo; no me ocupo de un hijo pero sigo siendo madre... ¿pero cómo es esto?". Y por último recolocar emocionalmente al ser querido y querer seguir viviendo.

El tiempo no cura nada

Es un proceso que va de fuera a dentro. Al principio son muy importantes las imágenes, los símbolos y al final hay un momento que tu hijo queda dentro de tu memoria y de tu corazón, inaccesible para otros, y ya no son tan necesarias las visitas al cementerio o los rituales. Hay medidas concretas que la gente puede hacer para que el tiempo sea favorable, porque el tiempo es un componente importante en el proceso de duelo, pero no es el más importante. Al final lo que vale es lo que uno haga con su tiempo. Si con ese tiempo la madre de Gabriel, el padre de Diana Quer o el de Mariluz Cortés se meten en la cama y no salen, no van a pasar nada más que las hojas en el calendario.  El tiempo no cura nada.

Ante la duda, mejor pedir ayuda

Cuando empecé a trabajar  decía lo que todos los expertos, que lo que ocurre durante los tres primeros meses es normal y atendíamos solo a partir de ese momento. Pero es verdad que si hay algún componente traumático y la gente solicita ayuda antes, los atendemos antes.  Lo que suelo decir ahora es que si a partir de entre el cuarto o sexto mes se nota un bloqueo, no ha cambiado nada ni en intensidad ni en duración, hay que pedir ayuda. Ante la duda, es mejor pedir ayuda.

La importancia de entender el proceso

Muchas veces solo con explicar el proceso, lo que es normal  y lo que no, la gente se queda tranquila, se calma bastante. Como cuando vas al médico con unos síntomas alarmantes y te dice "es un virus que son 48 horas, no pasa nada".  El médico no te ha recetado nada, pero sales tranquilo.

Valorar la opinión profesional

Es verdad que todo el mundo habla del duelo, pero no todo el mundo habla técnicamente del duelo. En España somos muy habladores  y mis pacientes me dicen, por ejemplo, "pues es que me ha dicho mi vecino que voy a somatizar", y yo le contesto que está muy bien escuchar a su vecino, pero que hay que distinguir la opinión técnica de la opinión bondadosa y bienintencionada de un vecino.

Sublimar el dolor 

La madre de Gabriel, el padre de Diana Quer o el de Mariluz Cortés han sublimado su dolor para promover la justicia social, para que eso no vuelva a pasar y eso da sentido a su pérdida. A la gente que lo transforma en una causa o un homenaje, les sirve para estar ocupados en la memoria de sus hijos en servicio de otros y les da mucho consuelo. No se pueda obligar a la gente, es algo que nace del corazón, espontáneo.

¿Cómo afrontarlo si hay niños?

Los niños se merecen que les cuenten las cosas, conocer la verdad al tiempo que la conocen los adultos y con palabras que ellos puedan entender. Hasta los diez años aproximadamente habría que proteger a esos niños de las emociones muy intensas, porque se asustan, se contagian. Y a ellos les protege mucho la rutina. A los niños  les preocupa cómo les afecta, si pueden considerar el mundo de la misma manera, así que lo que necesitan es que sus adultos de referencia les digan "no te preocupes, nos ha pasado esto pero vamos a estar bien".  Necesitan esa seguridad, escuchar que el mundo sigue siendo un buen lugar para vivir.

Si estamos hablando de preadolescencia y adolescencia lo entenderán todo, lo debatirán y los adultos no seremos el punto de referencia con el que comunicarnos, sino que serán sus iguales. Van a tener todo tipo de reacciones y, ante la duda, mejor consultar con un profesional.

Las señales de un duelo sano

Yo estoy absolutamente convencida de que la madre de Gabriel va a hacer un duelo sano. Se ve que es una mujer fuerte y compasiva y cuenta con el cariño de gran parte de la población española. La bondad, la capacidad de agradecer...  son signos de un duelo sano. En casos como los de los padres de Diana Quer o de Mariluz Cortés, también hemos visto una fortaleza y una generosidad y capacidad de hacer frente al duelo mayor de lo esperado. Eso no quiere decir que no duela. Dolerse es el precio que pagamos por haber amado.

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